Un empate en fútbol y un triunfo en credibilidad (1-1)

José Criado hace 1 año 424
Álex Gallar, en el partido del Málaga CF contra el Villarreal B en La Rosaleda. Marilú Báez

Una mejorada versión del Málaga empata en el estreno de Pepe Mel con el Villarreal B gracias al tanto de Rubén Castro, que igualó al de Collado. El conjunto blanquiazul ya es colista de Segunda. El Málaga sigue sin ganar en casa.

Este Málaga parece otro rollo. Y aunque es pronto, las sensaciones son muy diferentes a las de un equipo muerto que va colista en la tabla con sólo cuatro puntos y que suma cinco jornadas sin ganar. El nuevo Málaga de Pepe Mel cosechó un punto, pero ganó credibilidad. Y eso, en los tiempos que corren por Martiricos, no parece que sea poco.

Era el estreno de Pepe Mel en el banquillo y estaba por ver si el nuevo técnico iba a conseguir arreglar el desaguisado que hay montado en el equipo. Es pronto, como repetimos, pero este Málaga fue más sensato y se pareció más a lo que se espera de él. Un equipo dominador, con calidad y que tiene que tener un mal día para no ganar. Porque lo normal es que el Málaga de esta tarde hubiera ganado. Que Rubén Castro no hubiera fallado algunas de las que ha tenido o que las piezas hubieran caído por propia inercia.

A este Málaga sí se le puede esperar. Y aunque tiene taras, como todos los equipos, se puede construir y edificar a partir de esta idea. Ante el Villarreal B faltó remate, pero no ocasiones ni juego. Ese problema, con el arsenal que el equipo atesora, se solventará más pronto que tarde. Evidentemente también tiene que mirar la fragilidad defensiva, como el gol encajado, pero Moussa dio un recital de un estreno soñado. Y Escassi da empaque. Hay más luces que sombra en el primer paso del Málaga de Pepe Mel. Y todo ello con el equipo colista. Puede parecer un sinsentido, pero la realidad es que la Liga acaba de comenzar para este Málaga y no está ni hundido ni acabado.

Buen inicio

Arrancó el partido con ritmo, con ganas de agradar y con la clara intención de voltear la mala situación que atraviesa el Málaga. Nadie quería esto. Ni Guede, ni los jugadores y, por supuesto, la afición, que decidió hacer borrón y cuenta nueva. Es pronto para ver el libreto de Pepe Mel, pero hay una idea clara: sensatez. Los pájaros ya no disparan a las escopetas. Los extremos son extremos, los mediapuntas juegan en su sitio y los delanteros marcan goles. Pero sí, líneas más juntas, sin prisa en mover el balón y abriendo el campo. Tres o cuatro conceptos claros y para adelante.

Aún así, hay cosas que no cambian en este Málaga. Y si hay día grande, ahí aparece la gota malaya blanquiazul. En el primer córner en contra, golazo del Villarreal B, obra de Collado con una volea espectacular con la zurda (20’). Eso sí, libre completamente de marca. Imperdonable. Y el Málaga ya iba 0-1. Pero sería por la anestesia, porque al equipo se le veía otro brío o por lo que fuera, pero no hubo reproches ni pitos ni mal ambiente. Y el equipo recogió el guante. Comenzó a remar, esta vez a contracorriente, y encontró recompensa rápido.

Gallar la puso con armonía al Rubén Castro en un centro de toda la vida y el canario la remató de primeras al fondo de la red (26’). Había mucha rabia detrás de esa celebración, la primera de Rubén en La Rosaleda. A partir de ahí, el partido cambió. El Málaga se adueñó de la pelota, miró a la portería de Gianni y lo puso a prueba. Un gol anulado a Castro (29’), un centro chut de Febas que se va alto (37’), otro centro de Gallar que remata N’Diaye de cabeza flojo y centrado. Al descanso el Málaga dejaba buen sabor de boca, pero empataba.

Dominador

De vestuarios salió el conjunto blanquiazul con las mismas ideas: mover el balón para llegar al área rival. Y así llegó una clarísima, que Rubén Castro no empujó de milagro a pase de la muerte de Hervías (56’). Entonces Mel decidió mover ficha para dar cabida a Ramón y Chavarría por Febas y Hervías (58’).  Y la entrada del mediocentro fue providencial. Tomó el timón del partido y no dejó salir al Villarreal de su campo. Anticipación, buena distribución y criterio. En esos buenos minutos anularon otro gol a Rubén Castro por fuera de juego (63’). Pero el Málaga seguía a lo suyo como una hormiguita.

Mel quemó otra bala con la entrada de Fran Sol (70’) por Villalba. Más madera para el ataque. Y Rubén volvió a tener otro duelo al sol con el gol en un cabezazo que se fue por poco (75’) a centro de Juanfran. O una volea de Gallar (80’) que también se marchó rozando la madera. El Málaga estaba ahí, peleando la victoria. Era lo mínimo exigible a este equipo.

Tuvo otra Rubén Castro en área pequeña que no llegó a rematar (86’). E hizo debutar a Murillo por un Juanfran exhausto (89’). Pero el Málaga llegó cansado, física y mentalmente al final del partido. Y aunque dio algunos arreones, yo llegó a llevar más peligro en el descuento a la meta rival, bien por imprecisiones o bien por las pérdidas de ritmo del conjunto amarillo, que también jugaron en contra.

El Málaga se despidió, después de una buena segunda parte y dominador en todo momento, entre aplausos y al grito de ‘¡Sí, se puede!’. Es un comienzo. Es un punto de partida.

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Rubén Castro
Diego Collado