Un Málaga de tres entrenadores y la soga al cuello

Justo Rodríguez hace 2 años 65
Pablo Guede, en el entrenamiento del Málaga CF el 12-04-20022. Marilú Báez

Ahora ha llegado un nuevo técnico, Pablo Guede, un argentino motivador, de juego ofensivo, metódico y que ha visto realizado el sueño de su vida.

Tres entrenadores en una temporada en el Málaga es signo de una nefasta planificación en muchos sentidos. Bien es cierto que con los pocos euros que había en la caja, a pesar de la inyección económica por la pasta del fondo CVC, el director deportivo Manolo Gaspar, tenía que hilar muy fino para no fallar. Erró en varios puestos y jugadores, pero lo que es peor, cuando podía haber mejorado algo más la plantilla, no solo con Aleix Febas y Álvaro Vadillo en el mercado invernal, se guardó como él dijo un millón de euros. Supongo que sería decisión también del administrador judicial José María Muñoz, quien dijo hace algunos días que las cuentas del club están “inmaculadas”.

Todos los sinsabores y problemas de la temporada han salido a relucir al estar con la soga al cuello en cuanto a la clasificación. Quinto por la cola, a siete puntos del descenso y rezando para que los perseguidores, Real Sociedad B, Amorebieta y Fuenlabrada pinchen, porque el Málaga es incapaz de ganar un encuentro.

Ahora ha llegado un nuevo técnico, Pablo Guede, un argentino motivador, de juego ofensivo, metódico y que ha visto realizado el sueño de su vida: dirigir al club que más le dio como futbolista y al que venera en cualquier lugar del mundo donde esté. Es verdad que en la Liga española no tiene experiencia, pudo venir a Segunda y Primera División mucho antes, pero dijo que no por esperar algún día, el poder entrenar al Málaga. Ahora se ha hecho realidad y seguro que no va a desaprovechar esta oportunidad. La afición confía en él, se pudo comprobar en su debut contra el Valladolid, donde hubo más de 18.000 espectadores que no se quisieron perder el primer partido del argentino en el banquillo malaguista. Suerte le va a hacer falta y que los futbolistas, culpables en su mayor medida del desaguisado de temporada, acierten de una vez en la portería contraria.

Conociendo a Pablo Guede, es innegociable en la plantilla el compromiso, la actitud y el esfuerzo. Si esto no ocurre entre los jugadores, la grada les espera. Su carácter es su arma para motivar a unos alicaídos futbolistas cuya misión no es otra que dejar al Málaga en la Segunda División, otra cosa sería un desastre y una decepción imperdonable.

Quedan siete finales y quizás con dos o tres victorias serviría. Luego, cuando el objetivo se cumpla, ya habrá tiempo de buscar responsables y empezar a planificar otra temporada con algo más de dinero y que pueda ofrecer ilusión para un hipotético ascenso de categoría. Si todo va bien, sería la quinta campaña en Segunda División y las que restan si no se arregla el tema judicial del club, donde el que dejó a la entidad como un solar sigue su camino de volver a presidir al Málaga poniendo zancadillas a la justicia para no declarar y de esta manera no cerrar una instrucción primordial para que el jeque Al Thani y su familia sean juzgados.

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