Tenerife y Rayo Vallecano firmaron el armisticio en el Heliodoro Rodríguez López (0-0). Partido gris de los de Paco Jémez, que suman ya cinco empates consecutivos. El conjunto carbayón fue más constante que su rival, pero no logró marcar el tanto de la victoria.
El Tenerife sumó un partido más a su buena racha y ya son cinco los partidos seguidos que lleva sin perder en LaLiga SmartBank. El combinado isleño sigue fuera del descenso, aunque con unos cuatro puntos de renta que pudieron ser seis tras el duelo de este domingo.
No atraviesa un buen momento el Rayo Vallecano que, aunque no pierde en Segunda División desde el pasado 1 de diciembre, ante el Oviedo (2-1), los cinco puntos obtenidos de los últimos 25 en juego dejan al equipo cada vez más lejos del 'play off' de ascenso.
Ambos conjuntos comenzaron muy enchufados, pero fueron los de Paco Jémez los que dieron un plus en los primeros compases. Mario Suárez estrelló en la madera un centro de Yacine Qasmi desde la derecha e Isi, con todo a favor, mandó el balón a las nubes al rechace.
Poco a poco, el 'Tete' comenzó a ganar terreno hasta que se igualaron las fuerzas, pero no llegaban las ocasiones de gol. Suso Santana estuvo a punto de abrir la lata en el tramo final del primer acto, pero Antonio Luna despejó el cuero sobre la línea de gol.
Merece especial mención el central chicharrero Alberto Jiménez. Se licenció en la complicada asignatura de secar a Yacine Qasmi, que jugó muy bien de espaldas a la portería pero que no tuvo ni una sola oportunidad para perforar la portería de Adrián Ortolà.
Tras la reanudación, los de Rubén Baraja dieron un paso hacia delatne y el dominio sobre los rayistas fue total. Mario Suárez y Yacine Qasmi se dedicaron a forzar unas faltas en el centro del campo que les diera un respiro a sus compañeros, que estaban viendo como el conjunto isleño rondaba el gol.
Lo tuvo en sus botas Joselu, que no aprovechó las dos ocasiones que tuvo. Joni Montiel fue el jugador más activo en el Rayo durante toda la segunda mitad, pero tampoco consiguió desequilibrar la contienda.
Al final, la poca verticalidad de ambos conjuntos y la obsesión por no asumir riesgos condenó el partido a un 0-0 que no dejó especialmente feliz a ninguno de los dos.