Inglaterra gobernó a su antojo la primera mitad frente a Panamá, a la que destrozó con cinco goles que pudieron ser incluso más. Tras un inicio dubitativo frente a Túnez, los de Southgate vuelven a soñar con lo máximo.
Sin compasión. Así jugó Inglaterra la primera mitad frente a Panamá, un juguete en manos de los hombres de Southgate, que necesitaban goles para recortar la desventaja en cuanto a tantos con Bélgica, la otra dominadora del grupo.
Desde el primer minuto, Inglaterra fue un vendaval que Panamá no pudo controlar, ni siquiera empequeñecer. Stones abrió una cuenta que continuó Kane desde el punto de penalti. A los 22 minutos, el pescado ya estaba vendido.
Pero la necesidad inglesa se palpó en los siguientes minutos. No frenó su empeño de hacer daño, de golear, de encontrar ocasión tras ocasión. Así llegó el golazo de Lingard, que coronó una bonita jugada en ataque.
En el camino hacia la 'manita', Stone volvió a festejar mientras que Kane, con otro penalti imparable, se situó con cuatro goles en la tabla de máximos artilleros, empatado con Cristiano y Lukaku.
De este modo, Inglaterra consiguió por primera vez cinco goles (o más) en un partido de un Mundial, dato que ejemplifica el cambio de rumbo de los 'Pross', con una generación renovada que, después de un sinfín de frustraciones, parece que puede aspirar a levantar la Copa del Mundo.