Ángel María Villar empezará mañana su octavo mandato consecutivo al frente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), una vez que la Asamblea se reúna con más de un año de retraso para darle ampliamente su confianza como candidato único a presidente.
Hace dos días, el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) acabó con la incertidumbre de un posible aplazamiento de la votación, como había pedido sin éxito el único que pretendía ser su rival en las urnas, Jorge Pérez.
Curiosamente, igual que ocurrió hace trece años, el papel protagonista de opositor lo ha desempeñado quien ha trabajado muy cerca de él, también como secretario general todo ese tiempo.
Entonces, en 2004, las últimas elecciones en las que Villar tuvo contrincante, su opositor fue Gerardo González, su anterior secretario general desde que fue elegido presidente en 1988.
Gerardo González sumó 78 votos frente a los 98 de Villar, algo a lo que Pérez no puede optar ya que no ha llegado a ser candidato.
Sus denuncias de irregularidades en la votación a miembros de la Asamblea, especialmente en el voto por correo, le llevaron a no pedir avales y no presentarlos, requisito imprescindible para ser elegible.
Esas denuncias, también hechas por otras personas, han desembocado mayoritariamente en el TAD, un organismo que no apreció urgencia necesaria para paralizar el proceso hace diez días a petición de Pérez, que tampoco tuvo éxito con su demanda en la justicia ordinaria con el mismo objetivo y repetir la votación de los miembros de la Asamblea.
El TAD, defendió hace poco más de 48 horas que no ha podido resolver ciertos recursos porque la Comisión Electoral federativa no le ha enviado aún parte de la documentación que le solicitó con urgencia una semana antes y que otra parte de esa documentación, "especialmente voluminosa", le llegó en la mañana del viernes 19, cuando no había tiempo para examinarla.
Por ello pospuso para una futura reunión, que no tiene fecha, la resolución del caso, que inevitablemente llegará cuando Villar haya sido reelegido para seguir en un cargo que ocupa desde hace 29 años.
Esperar esa resolución y que le sea favorable es la baza que le queda a Jorge Pérez, que estima que la gestión irregular del voto por correo le ha restado entre 30 y 35 asambleístas.
Lo cierto es que mañana Villar (Bilbao, 1950) iniciará su octavo mandato consecutivo, que será un año más corto por el tiempo perdido, o empleado, según se mire, en acordar con el Consejo Superior de Deportes (CSD) un reglamento electoral.
La fecha en que fútbol debía celebrar sus elecciones, primer cuatrimestre de 2016 por no participar en los Juegos de Río, la moción de censura y la representación y elección de jugadores y clubes no profesionales han sido puntos discrepantes hasta que el CSD, con nuevo equipo directivo al frente, aprobó en enero pasado un reglamento, que estimaba algunas de las pretensiones de la RFEF.
En todos estos meses, en los que Villar llegó a presentar su candidatura a presidir la UEFA pero la retiró dos días antes de la votación, la RFEF ha funcionado con normalidad pero con incidencias.
No parece muy normal que sus máximos responsables convivan a diario cuando van a ser rivales en las urnas. Por esto, en mitad de una asamblea celebrada en octubre, Villar destituyó en directo a Jorge Pérez como secretario general y días después le despidió.
El suyo no ha sido el único despido, ya que el administrador general, José María Castillón, también fue obligado a dejar su cargo el 3 de abril, después de 37 años en el mismo.
Ambos casos pasaron a los juzgados, lugar por el que han tenido que pasar a declarar tanto Villar como Pérez también por los procedimientos que investigan un posible trato de favor a los clubes Recreativo y Marino y el mal uso de una subvención del CSD para construir una escuela de fútbol en Haití.
Pero el fútbol dejará mañana todo esto de lado y volverá a ponerse en manos de quien lo dirige desde hace 29 años y se presenta de nuevo con el aval de una "experiencia que lo fortalece".