Klopp volvió a sacar a toda la artillería en un encuentro vital para la pelea por el título de la Premier, pero su tridente tardo en hacer efecto. Mané abrió la lata al rematar a placer un buen centro de Henderson.
El Liverpool necesitaba ponerse por delante en el marcador después de conocer la victoria del Manchester City y le costó 51 minutos en darse una gran alegría.
Fue uno de los componentes del gran tridente formado por Firmino, Salah y Mané, en conreto, este último. Con una pared y un disparo fallido, el balón le llegó a Henderson para encontrar a su compañero en el segundo palo.
El centrocampista firmó un centro perfecto y Mané solo tuvo que empujarla con la cabeza para que Anfield se cayera abajo al celebrar un gol que costó. Kepa hizo todo lo posible para llegar, pero ya le había pasado el centro.
Muy poco después, Salah hizo el segundo con un auténtico zapatazo desde fuera del área con el que hizo que el estadio terminara de caerse.