El Barça salvó el primero de los muchos 'match-ball' que se le avecinan en las próximas semanas. Conquistaron Kiev los ahora dirigidos por Sergi, aunque sin un partido brillante ni cómodo. Ganaron por oficio los azulgranas, gracias a un partido serio, al olfato de Ansu Fati y a dos paradas salvadoras de un redivivo Ter Stegen.
Había que ganar por lo civil o lo criminal en Kiev y el Barça salió con esa mentalidad a un campo en el que en otros tiempos hubiera sido exigible una goleada. Claro que el fútbol que practican los azulgranas está a años luz de poder brindar un partido sencillo. Infinitamente superiores técnicamente al Dinamo, los 'culés' terminaron defendiendo el exiguo 0-1 con el que llegaron a los últimos minutos para salvar los muebles.
Los de Sergi arrancaron con buenas intenciones y una presión avanzada que dio frutos por momentos. Ansu y Memphis, los de siempre, estuvieron a punto de brindar un encuentro mucho más cómodo, pero este Barça tiene muy poco gol. Se salvó un Dinamo que fue creciendo, fundamentalmente por la banda de un blando Mingueza. El canterano aportó poco en ataque, aunque tuvo bastante presencia, y sufrió muchísimo atrás ante un equipo que le buscó constantemente.
Un Barça de rachas
La irregularidad del Barcelona se hizo patente en el primer acto. Los azulgranas ponían ganas, pero no era suficiente. Las ocasiones eran escasas y llegaban casi a tirones. Busquets tampoco tenía su noche, Nico no era el del partido ante el Alavés y Lenglet y Eric García estaban nerviosísimos. Pero el Dinamo de Kiev tiene muy poco arriba y quedó claro en cada acercamiento. Su mejor hombre fue Karavaev, un lateral derecho que le hizo pasar una mala noche a los azulgranas con mucho menos de lo que necesitaron en su día hombres como Shevchenko o Rebrov.
La mayor parte de ocasiones fue de los 'culés' en el primer tiempo, aunque no las más claras. Shaparenko confirmó la inocencia de los locales con un remate franco que se fue directamente fuera sin oposición y Ter Stegen evitó con el pie un lanzamiento de De Pena tras una acción a balón parado muy mal defendida. Tras unos flojos partidos, el meta alemán volvió a ser decisivo.
El Barça había pasado de dominar y tener todo más o menos bajo control a sufrir muchísimo... y de nuevo a dominar. Su partido era una verdadera montaña rusa. Al filo del descanso, Memphis sacó sin querer un remate de cabeza de Nico y Frenkie no pudo controlar un balón en un contragolpe en el que su compatriota, Ansu y él corrían en superioridad.
De la guerrilla a Ter Stegen
Las buenas sensaciones dieron paso a un arranque de segundo tiempo mucho más áspero e igualado. El Barça ya sabía que el partido no se iba a ganar por buen juego y sí por acierto. Y los azulgranas se prepararon bien para actuar en la guerrilla. Amarilla para Gavi, otra para Lenglet... la consigna era no dejar llegar a los ucranianos de forma franca a las inmediaciones del área. El jugador francés tuvo la redención a tantos pecados en hasta tres remates en área ucraniana que generaron bastante peligro. Pero también el Dinamo avisaba. De nuevo Karavaev buscó la escuadra sin suerte con 0-0 en el marcador.
Cuando peor pinta tenían las cosas, apareció Ansu Fati para rescatar al Barça. Primero, el canterano generó un penalti que terminó echando para atrás el VAR después de ver que se había rematado a sí mismo. Luego, ya con un gran Dembélé en el campo, aprovechó uno de los pocos centros decentes de Mingueza para hacer el primero. Cazó el balón suelto en el área y fusiló a Bushchan para acercar al equipo a los octavos.
Quedaban 20 minutos y el Barça solo tenía que defender la renta, algo que ya había confirmado ante el Alavés que tampoco sabía hacer en su estado de nervios actual. Tsygankov y Zabarnyi merodearon una cornada letal para los azulgranas, pero el primero se topó con un Ter Stegen enorme y el segundo volvió a poner de manifiesto que la calidad del Dinamo es la que es. Su remate, en el enésimo despiste defensivo de los visitantes, salió directamente fuera tras una mal defendida acción a balón parado.
Sin alardes, con mucho trabajo y un tremendo compromiso, este Barça ya depende de sí mismo para estar en octavos. La empresa será importante, aunque no imposible. No habrá que ir a ganar a Alemania, bastará con vengarse del Benfica en el Camp Nou. Claro que esa ya será otra historia y, probablemente, tendrá lugar con Xavi como entrenador.