Antic y el mérito que nadie igualó: entrenar a Barça, Madrid y Atleti

No es fácil entrenar al Atlético de Madrid. Y mucho menos a Barcelona o Real Madrid, hay que demostrar bastantes cualidades para ello. Lo que suena imposible es haber estado al frente de esos tres banquillos. Pero Radomir Antic, fallecido este lunes tras una larga enfermedad, lo logró. Por eso se fue un técnico irrepetible. 

Su palmarés nunca fue el de grandes entrenadores que han llenado vitrinas hasta los topes. Pero aún no ha nacido en España ni ha venido a LaLiga un entrenador que haya conseguido lo que él hizo. Y vista la enemistad histórica entre blancos y azulgranas, suena complicado que alguien más lo pueda hacer. 

Y ello habla de un entrenador carismático, conectado con el vestuario y capaz de transmitir una idea sólida ganadora. Ello fue lo que le llevó al Real Madrid cuando agonizaba la Quinta del Buitre, en la temporada 90-91. Venía de meter en Europa al Zaragoza en su primera aventura europea y Ramón Mendoza entendió que era el hombre que podía enmendar el curso. 

Cogió al equipo séptimo y al menos lo rescató para la extinta UEFA. Al siguiente curso, el primero desde pretemporada, lo tuvo líder casi toda la campaña. Sin embargo, su presidente lo echó argumentando que el equipo no hacía buen fútbol. Así que ahí también hizo historia el serbio: se fue al paro como primer clasificado en la Liga. 

El Oviedo lo rescató y le permitió desengrasarse y seguir en España haciendo méritos. El Atlético de Madrid se quiso aprovechar de ello y le valió para hacer su mejor apuesta hasta que el Cholo Simeone redimensionó la historia en la era actual. 

En la temporada 95-96, la primera en el Manzanares, Antic logró el famoso doblete 'colchonero', una de las páginas doradas de la historia de la entidad. Venerado como pocos por esa hazaña, estuvo tres cursos en el Atlético.

Al año siguiente y al otro, con la permanencia en entredicho, el club volvió a tirar de él para evitar el drama del descenso. Lo consiguió a la primera, no a la segunda. 

El Oviedo volvió a ser refugio y trampolín. En esta ocasión fue el Barça, en 2003, quien tiró de él para completar su particular 'hat trick'. Era la jornada 20 y a Van Gaal lo habían echado a tres puntos del descenso. Él clasificó al equipo para la UEFA. Y si no siguió fue porque cambió la directiva y Joan Laporta quiso hacer tabla rasa con Frank Rijkaard. 

Luego vinieron el Celta, la selección de Serbia, algún escarceo por China. Ahí ya el fútbol se apagaba. Pero sus conocimientos y su aura quedaron en forma de comentarista de la 'Cope', donde su particular habló conquistó a compañeros y oyentes.