Cuando una persona tiene una ilusión por algo o alguien hace lo que sea por conseguirlo. En el caso de Chile, la 'Roja', cuyo propósito es estar en el Mundial de Catar, no hizo absolutamente nada por intentar colarse en la próxima fiesta del fútbol.
Es cierto que todavía tiene opciones matemáticas, pero las cosas se le han puesto cuesta arriba. El combinado de Lasarte tenía que ganar a Argentina para seguir vivo en la pelea y ya quedó prácticamente eliminado a falta de tres fechas para el final.
Chile partía con cierto favoritismo porque la 'Albiceleste' no se jugaba prácticamente nada, pero lo que no puedes hacer es atascarte y no poner en más de un aprieto a un rival que encima no tenía a su estrella.
Sin Messi, Di María asumió los galones y el 'Fídeo' estuvo francamente bien en el primer tiempo. Se le vio muy participativo y en el 9' puso por delante a su selección. Recibió en un costado, encaró a varios rivales, se zafó de uno con un toque y ejecutó un disparo que acabó con el balón dentro de la portería.
Bravo no pudo ganarle la partida al '11' y encima pocos minutos después tuvo que salir porque se lesionó. Pero antes, en una de las primeras llegadas de la 'Roja', Brereton, de padre inglés y madre chilena, marcó un gran gol de cabeza sin ángulo tras centro de Núñez.
Su remate acabó convirtiéndose en una vaselina para Emiliano Martínez, que voló pero no pudo evitar el 1-1. Lejos de arrugarse, Argentina volvió a adelantarse en el marcador en una jugada aislada. De Paul le pegó desde su casa, Bravo no repelió bien y Lautaro, al que le cayó el rebote, empujó el esférico al fondo de la red.
El guardameta, consciente de que no estaba al 100% y de que era su culpa, no pudo más y dejó el campo. Ese 1-2 fue un duro mazazo para Chile, que esperó el segundo tiempo como agua de mayo para intentar reaccionar.
La realidad es otra
Tras la reanudación, el combinado de Lasarte apenas hizo intentos por aproximarse al área rival. Argentina se limitó a esperar para intentar salir al contragolpe y rematar la faena con el tercero. Chile estaba muy atascada y ni los cambios pudieron cambiar las cosas.
Apenas hubo llegadas en ambas áreas y las amarillas se convirtieron en las protagonistas. Los nervios estaban a flor de piel y el árbitro estaba todo el rato llamándole la atención a los jugadores.
Hubo que esperar a la recta final para ver una acción que no fue el 2-2 de milagro. Brereton, en otro balón aéreo, le ganó la partida a su marcador, ejecutó un gran remate de cabeza y Emiliano Martínez metió una mano providencial.
Eso fue lo más destacado de un segundo acto que no fue nada del otro mundo. Solo sirvió para ver a una Chile que está con el agua al cuello y que ve cada día más lejos Catar. Por su parte, Argentina, sin Messi, se acerca al trono de Brasil.