La de Daniel Arzani es una de esas historias dignas de conocer. Iraní de nacimiento, forjó su calidad en los partidillos de Jorramabad, una ciudad cercana a la frontera con Irak. Una zona conflictiva que castiga la proliferación de futbolistas de primer nivel.
A los siete años de edad, Daniel se mudó con sus padres a Sidney en busca de una vida mejor. Valiente en el regate, vertical en su carrera, llamó la atención del Melbourne City. Destacó con el equipo juvenil y pasó al primer equipo con menos de 17 años.
Habitual en las categorías inferiores de Australia, no había debutado en la absoluta cuando empezó a despuntar en el equipo de la capital de Victoria. Queiroz ya lo seguía para una posible lista mundialista con la Selección de Irán.
Desde Europa, Pep Guardiola se frotaba los ojos pensando en el joven Arzani corriendo la banda del Etihad Stadium. Fue entonces cuando Daniel tomó una de las decisiones más dificiles de su vida.
Van Marwijk convenció al joven futbolista para defender la camiseta australiana en el Mundial, convirtiéndose en el jugador más joven del torneo. Cuando volvió de Rusia, Guardiola tenía claro que no podía dejar marchar al chico que aprendió a tocar el balón en la frontera iraquí.
Este verano, Daniel Arzani se despidió de los aficionados del Melbourne City. Agradecido y emocionado, reconoció al club la confianza que puso en su día en él y que lo llevaron a firmar por el City.
La alegría fue a medias, el joven futbolista tendrá que hacer rodaje en las filas del Celtic. Jugará en Escocia cedido dos temporadas, pero cada noche se acostará sabiendo que falta un día menos para cumplir su sueño, jugar a las órdenes de Pep Guardiola.
17 de agosto de 2018