El ideario futbolístico de Quique Setién lo resume el cántabro en su 'idea', aunque lógicamente sea más de una, y su fe inquebrantable en una forma de jugar se ha traducido en críticas cuando no ha resultado y en elogios ante hitos en la memoria del bético como el recital ante el Milan, la victoria ante el Real Madrid (0-1) y la goleada al eterno rival en la temporada pasada (3-5) en el Sánchez Pizjuán.
"Es un espaldarazo enorme a lo que hacemos. Permanentemente siempre hay gente que desconfía de esta manera de jugar", afirmó Setién tras la victoria ante los de Ernesto Valverde, lo que remachó con su profesión de fe en lo que hace al subrayar que él "siempre" estará "con esta idea".
Tras su primera temporada en el Benito Villamarín, en la que clasificó a su equipo para la Europa League después de quedar sexto, en el presente ejercicio no había atinado con el gol y, por ello, hasta la noche del Camp Nou llevaba un exiguo balance de ocho tantos que lo tenían clasificado en decimocuarta posición con trece puntos.
Ello le había valido críticas al entrenador bético, quien siempre se ha mantenido en su creencia de que el fútbol se juega con la pelota, que cuanto más se tenga menos la tiene el otro, que hay que salir desde el portero y que la posesión, sin ser un dogma, casi se acerca a él en el ideario del de Santander.
Ya la pasada temporada, y ante partidos de locura como el 4-4 ante la Real Sociedad o un 3-6 ante el Valencia, Setién introdujo variaciones tácticas para lograr solvencia defensiva, aunque en ésta, la fortaleza atrás y los porcentajes de posesión no encontraban el premio del gol: Setién y los suyos decían que ya llegaría.
Por ello, y aunque pintaban bastos y recibía críticas, se aferró a su ideario como un poseso y no paraba de afirmar que su plan B era siempre mejorar el A, que el balón terminaría por entrar y que, aunque la cosa no pintaba bien, por qué no iba a ser posible ganarle al Barcelona en el Camp Nou.
Fiel a un ADN y a una idiosincracia intemporal que trasciende entrenadores y décadas en su existencia más que centenaria, Setién y los suyos siguieron creyendo en un ideario que se le ajusta al equipo verdiblanco como un guante pese a que, en vísperas de la noche de Barcelona, "nadie daba un duro" por ellos, en expresión ya acuñada para los restos en el diccionario del ex presidente Ruiz de Lopera.
Setién, único entrenador que ha ganado en la última década en el Bernabéu y el Camp Nou, compareció anoche monocorde como suele quien cree a pies juntillas en lo suyo, aunque no dudó a la hora de reivindicarse con el espaldarazo medieval tras la muesca que, al estilo de los pistoleros del Lejano Oeste, había sumado a su historial y al sentimental del beticismo.