No está acostumbrado el Valencia a no saber lo que es ganar tras más de un mes de competición. Son siete partidos, seis en la competición doméstica, sin marcharse del campo con una sonrisa.
El encuentro entre 'ches' y 'celtiñas' tuvo dos protagonistas claros. El primero Guedes, que volvía a jugar bajo el amparo de su afición una noche más. El segundo Aspas, que amargó la noche a los valencianistas.
El portugués fue el termómetro del Valencia en el encuentro. Sus piernas fueron el reflejo de un equipo que pudo marcharse con el 2-1 pero que acabó hincando la rodilla un día más en Mestalla.
El guión parecía escrito por un seguidor 'che'. Primero con Guedes, que buscó el ángulo para batir a Sergio Álvarez. Tuvo varias el luso, pero le faltó puntería en el último lanzamiento.
Después con Batshuayi. El delantero cogió vuelo con el gran pase de Guedes para, en un mano a mano, anotar su primer gol con la camiseta del Valencia. El belga estaba siendo cuestionado, pero se reivindicó cuando tuvo espacios.
Pudo poner tierra de por medio el conjunto valencianista en la primera parte. Rodrigo, que no jugó en el último partido de la temporada, buscó la escuadra de Sergio Álvarez, pero se le fue por centímetros.
Mohamed rectifica
Tardó en reaccionar el Celta. Lo hizo a partir del descanso con el cambio de sistema. Mohamed se dio cuenta de los errores en la primera parte. Introdujo a Pione Sisto y quitó un defensa en la formación.
Pudo sentenciar el Valencia, al que ya le brillaban los ojos soñando con un miércoles 'europeo'. Rodrigo, que volvió a su mejor nivel, vio cómo su balón rodaba por la línea de gol sin terminar de entrar. Wass, con el exterior, no fue capaz de encontrar arco.
Con el Celta vivo, no hay mayor depredador en el área que Iago Aspas. El de Moaña, desaparecido por momentos, aprovechó el preciso centro de Juncà para adelantarse a Murillo y, con un cabezazo, borrar las sonrisas en los aficionados presentes en Mestalla.
El Valencia murió con las botas puestas. No quería dejar pasar otra oportunidad de conseguir el primer triunfo y la tuvo en las botas de Rodrigo. El cuadro de Marcelino, en la grada por sanción, perdió fuelle cuando se fue su alma, su corazón, pero pudo irse con un triunfo que todavía se le resiste.