Ronald Koeman tuvo su puesta de largo en la Champions League en un encuentro relativamente cómodo, que el Barcelona se llevó con claridad ante el Ferencvaros. Los húngaros volvían a la máxima competición de clubes un cuarto de siglo después y la ilusión les duró media hora. Dieron un par de sustos gordos al Barça, cabrearon a su nuevo técnico y acabaron goleados. Lo máximo esperado y lo mínimo esperable por parte de un equipo que quiere volver para quedarse entre los grandes.
De salida, el técnico azulgrana agitó un poco el equipo en relación al que jugó en Getafe ante los azulones. Tuvo su ansiada titularidad Trincao y estuvo bien, también entró en el once Pjanic y no hizo olvidar a Busquets. Por último, regresaron Coutinho y Ansu Fati y ambos marcaron y rindieron a buen nivel.
De los sustos a Leo
Con todo, el fútbol azulgrana no fue fluido de inicio. Faltó pegamento entre De Jong y Pjanic y Nguen supo explotar su velocidad ante los estáticos Piqué y Lenglet. El delantero del Ferencvaros se quedó sin un gol para enmarcar por centímetros. Arrancó algo adelantado antes de hacer un jugadón en la frontal y ponerla casi en la escuadra.
No fue el único susto. Nguen siguió flotando entre los centrales y le regaló medio gol a Laïdouni en una acción en la que quedó claro que Dest no es lateral zurdo. El centrocampista se pasó de fuerza y se quedó algo escaso de precisión: larguero y cabreo en aumento para Koeman.
El resto del choque fue la historia mil veces contada en el Camp Nou. Leo estrenó al Barça en esta Champions y marcó por decimosexta temporada seguida en la máxima competición. Como si fuera un guiño a sus primeros tantos, la jugada del 1-0 empezó en la banda derecha, Leo sorteó rivales y cayó en el área ante una entrada muy clara de Kovacevic antes de transformar el penalti.
El gol puso las cosas en su sitio y el Barcelona terminó la primera parte pareciéndose más al del Villarreal o el Celta que al de Sevilla o Getafe. Ansu Fati hizo el segundo después de un pase que hubiera firmado Laudrup de De Jong. Pero no fue el único que reclamó su sitio. Trincao mejoró el desempeño de Griezmann y estuvo muy activo. Antes, el luso le había regalado un tanto al propio Ansu que Dibusz evitó con una parada espectacular de balonmano.
El 2-0 terminó de inclinar la balanza y Koeman comenzó a pensar en el 'Clásico'. Dibujó un triple cambio 'a la americana' en la segunda parte, pero antes Ansu Fati le puso la guinda a su actuación con un taconazo en el área que se convirtió en el 3-0 de Coutinho. Puede y debe ser titular de este nuevo Barça siempre.
Para entonces, ya nadie se acordaba de los sustos iniciales, a pesar de que Nguen siguió haciendo sudar a los centrales azulgranas con su velocidad. Koeman metió a Dembélé y a Pedri, cambios que vienen siendo habituales, y hasta se atrevió a usar a Junior, aunque no se sabe bien si para darle confianza a él o a Dest, que fue a quien recolocó en su posición.
Roja que no cambia nada
El partido estaba para una goleada y no la evitó ni la absurda expulsión a Piqué, que debió de ahorrarse un agarrón a Nguen que, por persistente, terminó llevándose el cada vez menos habitual doble castigo: penalti, roja y adiós a Turín. El tanto de Kharatin dio un halo de esperanza a Rebrov, que se pasó de ofensivo con los cambios. Hasta con uno menos, el Barça machacó al Ferencvaros.
Los minutos finales reivindicaron a Dembélé y a Pedri. El galo, por un gol y una asistencia fastuosa al tinerfeño, que hizo el cuarto, se estrenó en Champions con 17 años y volvió a convertirse en símbolo de este nuevo Barça que Koeman está edificando. De su mano y de la Ansu, Trincao o Messi, el Barça tomó un atajo hacia el 'Clásico', prueba de fuego real para un equipo que necesita un gran partido ante un rival de entidad para terminar de creérselo.