Así es el fútbol, tan bendito como demoniaco. Permite redenciones a la misma velocidad que reparte condenas. Pasó penitencia el Nápoles tras verse 3-0; la Juve pecó de exceso de confianza y finalmente se libró del castigo.
El Juve-Nápoles tuvo un ritmo diabólico, y no precisamente porque debutara y marcara el 'Chucky', otra de las grandes sopresas del partidazo que se vivió en Turín. Los dos equipos se entregaron al intercambio de golpes en la segunda mitad y todos los presentes vibraron.
La Juventus gobernó con autoridad durante los primeros 45 minutos. Desconectado el trío de ases ofensivos del equipo partenopeo del resto, los 'bianconeri' dominaron, llegaron y anotaron. Primero, Danilo, que apenas necesitó dos toques nada más saltar al campo; luego, Higuaín, que partió en dos a Koulibaly.
El equipo de Maurizio Sarri jugó un gran fútbol por momentos, y el Nápoles miraba a un lado y a otro como un espectador de tenis. Sólo un disparo de Allan que desbarató Szczesny dio algo de emoción al choque.
Ya en la segunda parte, Cristiano abrió su cuenta particular y se activó el ciclón azul del Nápoles. Entró el 'Chucky' Lozano, que entraba entre los defensas de la Juve como cuchillo en mantequilla. Con Danilo fuera de órbita, el Nápoles volcó a su izquierda el ataque y a punto estuvo de obrar el milagro.
Aunque en donde hizo daño el Nápoles fue a balón parado, curioso cuanto menos cuando la Juve dispone de Bonucci y De Ligt, dos expertos en esas lides. Primero Manolas, luego Di Lorenzo, uno con la cabeza y otro con la rodilla. Entre medias, el debutante Lozano, al que nadie encimó. Fabián encontró oro en las grietas de la Juventus.
Con 3-3 en el marcador, la Juve recuperó el aliento y logró detener la avalancha. No contaba el Nápoles con que Koulibaly, su central más fiable, se metiera el balón en la portería que no era. El infierno le espera esta noche.