Neymar llegó como toda una estrella al París Saint-Germain el pasado verano, tras decir adiós al Camp Nou a cambio de 222 millones de euros, convirtiéndose así en el fichaje más caro de la historia del fútbol.
El brasileño es pura dinamita en París, un jugador capaz de anotar cuatro tantos y ofrecer dos asistencias en un sólo partido, pero, como toda dinamita, al final termina explotando.
Sus escándalos extradeportivos camuflan buena parte de sus 24 goles en 23 partidos, tal y como sucedió ante el Dijon. Una vez más, los dos goleadores del PSG se enfrascaron en una pelea de gallos en la que el orgullo le hacía frente a la razón.
Cara a cara contra Emery
A finales de octubre empezó todo. En Francia comenzó a correr un rumor que aseguraba que el internacional brasileño se aburría en las sesiones de vídeo de su entrenador Emery.
La tensión estaba presente en cada entrenamiento parisino, al punto de que un saludo entre técnico y estrella se convertía en el centro de todas las miradas, pendientes al más mínimo gesto del brasileño que pudiera sentenciarlo.
A la calle contra el Marsella
Al ex del Barcelona le llovieron patadas de todos los colores contra el Olympique de Marsella, una situación que terminó sacándolo de quicio, mandándolo directo a los vestuarios, con la roja bajo el brazo.
Benditos once metros
Unas disputas con Cavani por los lanzamientos de falta y de penalti que se repiten partido tras partido, pese a ir por encima en el marcador, pese a golear por la friolera de 8-0.
Ante el Troyes, el uruguayo quiso tirar la falta cuando el marcador todavía estaba intacto, pero Dani Alves le quitó el balón para regalárselo a Ney. Ya con la ventaja en el marcador, fue Cavani el que impuso su autoridad para ser el protagonista desde los once metros por encima del brasileño, pero la jugada no le salió como esperaba y terminó fallando el penalti... Se ganó por 2-0, sí, pero el escándalo entre las estrellas internacionales dio la vuelta al mundo.
Pitado en su propia casa
La ambición o tal vez el egoísmo de Neymar han terminado sentenciándolo en su propia casa, en el templo en el que hace tan sólo unos meses coreaban su nombre, en el imponente Parque de los Príncipes.
Y no es de extrañar. Porque con un 7-0 en el marcador ante el Dijon el tirar o no un penalti no tiene que convertirse en una nueva batalla de egos con Cavani, pero así fue...
El uruguayo, igualado a 156 goles con Ibrahimovic, tenía en sus manos la oportunidad de convertirse en el máximo goleador de la historia del PSG. Cavani lo quería y el público lo pedía. Pero Ney, en un acto de rebeldía, se adueñó del esférico y privó al 'charrúa' de tal privilegio, llevándose de regalo los abucheos y pitos de su propia afición.
Unos pitos que no sentaron nada bien al ex del Barça que, pese a la goleada por ocho tantos, se retiró hacia los vestuarios visiblemente enfadado, con el balón bajo el brazo, siendo el mejor jugador del partido, pero, también, el más antideportivo de todo el encuentro.
"Seguid pitando a Neymar, ya lloraremos cuando se vaya...", comentó el ex jugador francés Petit sobre los abucheos al internacional brasileño de su propia afición. Tal vez Petit tenga razón y el PSG se acuerde del polémico Neymar Júnior cuando ya tenga sus maletas hechas.
Benditos once metros parisinos...