Ganar una final de la Libertadores es un sueño. Hacerlo contra el rival de toda una vida, mucho más. Así que ser el primer anotador del partido definitivo no tiene calificativos. Eso debió pensar Darío Benedetto cuando hizo subir el 0-1 al electrónico a tres minutos para el descanso.
Había tenido buenas ocasiones Pablo Pérez, pero el libro de la gloria tenía reservada su primera página para un hombre clave en la eliminatoria.
Todo ocurrió con muchísima velocidad. Robó Nández en campo propio, le tiró un balón en largo a Benedetto y el delantero 'xeneize' se convirtió en Juan Palomo. Incluso, con tintes de Messi.
Tras un buen recorte antes de la frontal, el toque le valió para encarar solo a Armani. Tenía tiempo para pensar, algo que a veces juega en contra de los delanteros, pero ocurrió todo lo contrario.
9 de diciembre de 2018
Con mucho temple, el atacante levantó la cabeza y sorteó la salida del meta de River con un tiro ajustado al poste izquierdo que llevó el primer gran estallido de júbilo a la grada.
Sabedor de lo que había hecho, el jugador de Guillermo Barros Schelotto se fue hacia una esquina con un gesto de rabia. Antes de eso, se mordió la boca y abrió al máximo los ojos mientras pasaba por delante de un defensor de River, Montiel. Había hecho historia con un gran tanto.
9 de diciembre de 2018