LaLiga tiene nuevo campeón. Un campeón que ha estado de diez en la nueva normalidad. Diez triunfos en diez jornadas que le hicieron meter la directa hacia el título, y que cayó en el primer 'match ball' merced a un 2-1 con todos los elementos reconocibles de este Madrid posparón: pegada, solvencia, polémica con un penalti y una intervención oportuna de Courtois.
El Villarreal fue la última víctima del equipo de Zidane. Salió valiente, quedó hipnotizado y despertó con sangre en los ojos en los minutos finales para dar algo de emoción, pero incapaz de haber aguado la fiesta.
El Madrid habría sido campeón igualmente por el patinazo del Barça en el Camp Nou, pero quiso poner el broche de oro ganando otro choque más. Ramos y Benzema, los goleadores de la pandemia, estaban llamados a hacer el tanto definitivo. Esta vez la ruleta trajo el nombre del francés, que al filo de la media hora aprovechó la cadena de regalos: primero, de la zaga amarilla sacando la bola; luego, de Modric, quien le regaló la asistencia que él hizo buena por debajo de las piernas de Asenjo.
Una vez más, flotó esa sensación de que estaba escrito que el Madrid se tenía que poner por delante en el marcador. Porque fue lo único realmente destacable de una primera mitad de poca agresión entre unos y otros.
A la vuelta del descanso, Calleja le encomendó a Ontiveros la misión de poner algo de alboroto en el ataque. Más animoso, el Villarreal dio un paso adelante. El Madrid lo dio hacia atrás, pero dispuesto a salir volando cuando pudiera. Y Sergio Ramos lo demostró a la perfección.
En el 73', el capitán robó una bola en la divisoria y corrió como un bisonte hacia el área. A punto de ingresar, aplacó su alma de delantero y se puso a pensar como un central; esperó a que Sofian Chakla le entrara, le enseñó el balón y estuvo pillo para aprovechar la embestida y caer en el contacto. Hernández Hernández no lo dudó, pero sí el VAR. Hubo que mirar y revisar, pero el canario se mostró firme, para enfado de los amarillos.
Él lo había provocado; él, el especialista, lo chutó. Sin embargo, quiso clonar el penalti indirecto de Cruyff y Olsen que años atrás reversionaron Messi y Luis Suárez. La pisó el camero, remachó el francés, pero hubo que volver a repetir. Benzema había entrado antes. A priori, debía ser infracción del Madrid, pero el colegiado entendió que también habían invadido el área algunos del Villarreal. Cientos de protestas no valieron de nada; se mandó repetir y esta vez el galo, no Ramos, lo lanzó. Y anotó el doblete para abrazarse con Ramos. De paso, para amenazar el 'Pichichi' de Messi.
Tras la polémica y un absurdo que no necesitaba el campeón para poner una mácula en el partido definitivo, el Villarreal canalizó la rabia lanzándose al ataque. Iborra, en un centro perfecto y un cabezazo que agarró a gran altura, recortó distancias y condimentó los minutos finales.
Pero si dos de los héroes del Madrid de la pandemia, Benzema y Ramos, ya habían saciado su cuota de protagonismo, el tercero, Courtois, quiso la suya. El belga sacó una falta lateral envenenada y el rechace. Con él tumbado y batido, Iborra mandó fuera incomprensiblemente una oportunidad inmejorable para haber igualado.
No fue así. Sí cayó el tercero blanco, sellado por Marco Asensio tras jugadón de Vinicius, aunque todo quedó anulado por una mano previa del brasileño. El fútbol se acabó, también la temporada. Y comenzó la fiesta sobre el Alfredo di Stéfano para coronar una temporada extraña que había comenzado en el Santiago Bernabéu.