Pocas veces el Athletic fue, en los últimos años, tan superior a la Real Sociedad en San Mamés. Se habían especializado los derbis a ver volar los puntos al campo contrario, pero esta vez el Athletic plantó cara.
Olvidó Marcelino el tropezón del lunes pasado y amarró la victoria por arriba y por abajo, pero siempre a balón parado. Nada pudo hacer un Remiro que hizo su trabajo, pero que se vio desbordado en la segunda mitad.
Apenas apareció la Real por San Mamés, como si tuviese la cabeza en Anoeta, donde recibirá al RB Leipzig. Y, en un derbi, no estar atento a cada jugada pasa factura.
Fue la primera media hora una guerra sin cuartel. Tuvo trabajo de sobra Martínez Munuera, que tuvo que poner el listón al principio si no quería ver cómo el derbi se convertía en una batalla campal.
Una mano de Silva sin querer, en uno de esos penaltis que ahora se pitan, permitió al Athletic poder adelantarse, pero Remiro se tomó su venganza con Muniain y le adivinó las intenciones desde los onces metros.
Las pocas ocasiones de la primera mitad se tornaron en numerosas tras el paso por los vestuarios, y todas hacia el mismo lado. Marcelino, como si le hubiese dado a su equipo la poción de Michael Jordan en Space Jam, azuzó al Athletic.
No llegaron los goles por jugada, sino a balón parado. Por un lado y por otro. De cabeza y de volea. El Athletic sacó su equipo de aviación para volar hacia Europa.
Primero con Dani Vivian, tras un córner lanzado por Berenguer. Avisó de nuevo el Athletic, también desde la esquina, antes de que Sancet, de nuevo en un córner, pusiese el 2-0 con un disparo cruzado.
Con la Real hundida, el Athletic quiso hacer sangre y lo hizo. Williams y Muniain, a los que se le critica de vez en cuando su falta de gol, se sumaron al día grande de Bilbao.
Un resultado demasiado contundente para una Real Sociedad con la cabeza puesta en otro sitio. Lo aprovechó el Athletic, que se sube al carro por ir a Europa.