Ir muchas veces no es sinónimo de que el cántaro se rompa, el fútbol ha regalado muchos ejemplos de ello. Si los impactos no son suficientemente fuertes, no hay manera de agrietarlo. Da igual si es un cántaro tan blando como lo fue el Real Madrid; más aún si, como el Espanyol, las armas para quebrarlo eran de goma. Pero el fútbol es para los listos. Gerard Moreno, en el minuto 93, se dio cuenta y lo empujó para que él solo se rompiera contra el suelo. Con un gol que dejó recompensa en casa y dejó caras coloradas en los de Zidane.
La justicia y los resultados suelen ser polos opuestos; jugar bien no abre todas las puertas, jugar mal no siempre es una derrota. Pero en Cornellà-El Prat se pusieron de acuerdo por una vez. Para gratificar a un Espanyol insistente. Para castigar a un Madrid dolorsamente indolente. Que no haya opciones de Liga no justifica las vacaciones pagadas en Barcelona.
Al fútbol hay que darle cariño, regarlo. Cuando no se quiere o no se puede, como demostraron Madrid y Espanyol, poco más se puede esperar en 90 minutos. Ni siquiera con tipos determinantes como los que hubo sobre el césped de Cornellà. Pero el fútbol volvió a darle la razón a Boskov y regaló un último minuto de final inesperado y bonito.
Premio para Gerard
Gerard Moreno, en el enésimo intento de la noche, se llevó uno de esos premios que el fútbol le debe. El catalán reúne muchos ingredientes para ser un delantero determinante, pero le falta la mala leche que precisa todo 'killer'. Necesita demasiadas ocasiones para dar en la diana. Pero habrá que recordárselo otro día.
O, quizá, otra temporada. Porque este año necesita un buen hueco donde guardar las portadas que merecía desde hace tiempo. Gerard Moreno, gol al Barça y gol al Madrid. Ante los dos rivales que modelan la opinión pública del fútbol para jugadores como él, fuera del primer plano. No todos los superhéroes llevan capa.
Los blancos fueron una presencia fantasmagórica ante un Espanyol que se ahogaba en su impotencia. Dispararon un montón de cartuchos para no hacer ningún impacto hasta que, in extremis, Gerard frotó la lámpara. El Real Madrid, desganado y sin ambición, ha abdicado de la Liga hace semanas. Su partido fue de muy mal gusto por su parte.
Ni siquiera se puede excusar en las rotaciones y la falta de hábito de la segunda unidad. Bale tenía una magnífica oportunidad para mostrarse, pero ni jugar como delantero despertó su hambre. Lucas, Asensio e Isco, el triángulo de las diabluras, completaron un centro del campo 'unplugged'. Y el Madrid lo que necesitaba en este choque era un buen batería.
Un no quiero y no puedo
El Real Madrid venía predispuesto a aburrirse. En 15 minutos, Bale sacó chispas de los guantes de Diego López y Varane de la madera. Pero ahí comenzó la huelga de ánimo. De haber vestido de Champions, otro gallo había cantado. Definitivamente, Mister Hyde tendrá que conformarse con aparecer en Liga.
Al Espanyol parecía que se le hacía tarde. Quique Sánchez Flores se quitó la careta con más de una hora de juego; apiló madera en el campo cuando entendió que el Madrid estaba desenchufado. El atrevimiento le dio el balón, el dominio y la cercanía en la barra libre madridista.
Pero el reloj no perdonaba. Más bien, entraba en bucle: remate de Gerard Moreno y el gol que se resistía. Ni de cabeza, ni con la zurda, ni con el polémico fuera de juego que le habían pitado en la primera mitad ante Keylor Navas.
Hasta que la enganchó con la pierna menos buena y en semifallo. Lo dicho: no había que romper el cántaro; simplemente, se trataba de dejarlo caer él solito.