Por ello, y pese a haberse criado en su tierra en la escuela de Lezama, Bolo no ha dudado en reconocer que considera al Rayo Vallecano su "casa" ya que militó en este equipo durante seis temporadas, su etapa más larga como jugador.
Al equipo madrileño llegó en la temporada 99-00, cuando militaba en Segunda División y tras lograr el ascenso a la máxima categoría justo el año de su desembarco cuando marcó nueve goles en los 24 encuentros disputados. Se mantuvo cuatro campañas consecutivas en Primera División.
En el equipo bilbaíno nunca contó con la verdadera confianza de sus diferentes entrenadores, sin llegar a asentarse, probando las experiencias en Osasuna y Hércules de Alicante, y en el Rayo Vallecano se afianzó y acabó convirtiéndose en uno de los delanteros más fiables de la categoría.
Con los rayistas en Primera División disputó 117 encuentros, con la campaña 2000-01 como la más provechosa con 37 partidos, aunque no sería la más goleadora, que fue la de su debut con una decena de dianas, perdiendo efectividad en las dos siguientes, con tres y cuatro goles.
Entre los hitos con el equipo de la capital, Bolo llegó a disputar la extinta Copa de la UEFA en la temporada 2000-01, en las que además pudo presumir de ser el máximo realizador de esa competición en esa edición con siete goles, cinco de ellos logrados en la fase previa.
Pero además, el delantero centro bilbaíno adornó su palmarés para la historia del Rayo Vallecano logrando el gol 400 del equipo y viviendo alguna tarde de gloria como el doblete logrado en el Nou Camp que le dio el triunfo a su equipo.
Con todo este bagaje, el actual entrenador de la Ponferradina no tiene duda que esta semana resultará "muy especial", pero como le ocurriera en la pasada, antes de medirse también a otro de sus ex equipos en el que más campañas militó, el CD Numancia, "cuando ruede el balón, los recuerdos se olvidan".