Era un día tan especial como complicado en Butarque. Los cambios siempre dan un poquito de miedo y el adiós de dos históricos del club como Garitano y Mantovani aventura una etapa nueva en el Leganés.
Pese a todo, el equipo, que ha firmado una temporada histórica tanto en Liga como en Copa del Rey, supo superar las adversidades que le planteó el partido para despedirse a lo grande y regalarle un triunfo de mucho mérito a su entrenador.
Desde Segunda B hasta Primera, pasando por unas semifinales de Copa previa eliminación al Real Madrid en el Bernabéu. Cuesta imaginar que otro entrenador logre hacer olvidar el nombre de Garitano de la historia de este Leganés.
Sus caminos se separan y el adiós, o el hasta pronto, estuvo a la altura de su relación. Campbell había aprovechado un despiste defensivo para adelantar a un Betis que apenas se había personado ante Serantes. A Rico le fallaron los nervios y se autoexpulsó entre protestas absurdas en un duelo que no requería tal comportamiento.
Una hora por delante y un jugador menos. Tocó ponerse el mono de trabajo y antes de la hora de partido ya habían volteado el marcador. Primero gracias a Siovas y después aprovechando un error de confianza de Amat, que se vio sorprendido por Guerrero para que este terminara regalando el 2-1 a Naranjo.
Empató Sanabria tras una mala salida de Serantes, pero la fortuna se alió con Amrabat para anotar el 3-2 y regalarle otro abrazo grupal a Garitano. El movimiento se demuestra andando y hay gestos que revelan el cariño que se le tiene a alguien. El vestuario estaba con su entrenador y supo darle la despedida que merecía.
El Betis puso empeño, pero tampoco mucho más. Era el día del Leganés, y así concluyó. Entre lágrimas agridulces y tres puntos que ponen la guinda a otra temporada brutal en Primera. De fondo, la despedida de un Betis que ya había vivido su propia fiesta ante su gente, celebrando el pase a Europa y que su nombre posará por delante del Sevilla. Año inmejorable para ambos.