Ambos habían jugado en casa, aunque los de Lopetegui ante un rival casi inofensivo, mientras los de Bordalás vivieron el castigo de Sísifo ante el Basilea. Más que cansancio físico, había más daño emocional en los madrileños. Y acabó pasando factura.
Porque el Sevilla nunca dejó de tener fe en el triunfo, que llegó a base de insistir. El conformismo fue lo que definió a un conjunto azulón que apenas hizo sudar a Vaclik en toda la noche, apenas en el tiempo de añadido, ya solo para maquillar la derrota.
Lopetegui hizo mejor gestión de un partido que empezó trabado pero que el técnico fue imantando con sus cambios. Y con acento sudamericano, puesto que Chicharito Hernández abrió la lata y Lucas Ocampos puso la sentencia.
Agitando con Nolito y amagando con Chicharito, el Sevilla tomó el protagonismo, aunque no vivió especialmente incómodo el Getafe. Eso sí, David Soria tuvo trabajo.
Sin embargo, el Sevilla empezó a conquistar los puntos tras el paso por los vestuarios. Las entradas de Óliver Torres y Franco Vázquez a medida que pasaban los minutos sin goles, pese al mano mano fallado por el mexicano ante Soria, sentaron mejor a los locales.
Hasta que Chicharito no perdonó a la tercera. El buen pase al espacio de Óliver Torres lo convirtió en gol de primeras con la zurda, sorprendiendo a David Soria.
Se hacía justicia con ese tanto, aunque ajustició luego Ocampos. Para coronar un tremendo partido, el argentino mostró su talento driblando al meta del Getafe y marcando a placer para el delirio del Sevilla.
En el fútbol, como en la jungla, el carnívoro, por depredador, tiene más opciones de sobrevivir que el herbívoro, que no puede encomendarse siempre a la defensa para salir airoso.