Se embolsó 2,7 millones el Madrid con su triunfo en Brujas. Un dinero que no pagaría la ficha anual de Luka Jovic, quien llegó para ser alternativa a Benzema. Sin embargo, el año de adaptación del serbio a una realidad que exige más del 100% está siendo sufrido. En la mejor oportunidad que ha tenido este año, en un choque sin presión, para atreverse, se fue cabizbajo. Oscurecido per sé, pero más aún ante la estrella de 'Rodrycius'.
Porque, sin ser su partido más descollante ni mucho menos, tanto Rodrygo como Vinicius aparecieron para marcar y resolver el trámite. Y no solo eso, sino que las pocas musas que hubo en el choque se las llevaron ellos.
Quizá sea eso más dañino que el propio mal partido del serbio. Más que malo, intrascendente. Porque la sensación es la de que Jovic está el penúltimo en la rotación. Y peor sería de no ser por el denostado Mariano, el único jugador de la plantilla sin minutos.
El partido, sin mucha chicha, se escribe desde ese contraste en la relación con el gol. Y tuvo toda su poca emoción concentrada en la segunda parte. Rodrygo, que ha demostrado que no necesita brillar para marcar, le dio el primer puyazo a Jovic. Tras una primera mitad casi invisible, tuvo una y la metió en la cazuela. Odriozola, otro de los que estaba bajo examen, le asistió.
Dos minutos después, el Brujas, de nuevo con ganas de dar guerra, igualó. Vanaken, al que quieren como a un mago en Brujas, hizo el 1-1 merced a una bonita rosca al segundo palo.
Pero mientras Jovic mascaba soledad, quién sabe si acordándose del tanto que le sacó Mignolet en la primera parte, hasta Vinicius tiró de ángel para marcar. Cierto es que el serbio participó acolchando de cabeza un centro de Casemiro, pero el brasileño, tras mal control previo de Rodrygo, apareció para empujar la bola a la red. Su confianza subió varias rayas.
Más allá del juego de la puntería, el encuentro tuvo el sello de calidad para Casemiro. Necesita descanso, no hacía falta que jugara. Sin embargo, Zidane demostró que a día de hoy da su mundo por el brasileño. Además de pisar cada centímetro del terreno de juego y ganar todas las disputas, participó en todos los goles: lanzó la contra que remachó Rodrygo, puso el balón al área que acabó en gol de Vinicius y le regaló el tercero a Modric, que sentenció con un tiro marca de la casa en el 91'.
No tuvo minutos Bale, así que no se pudo calibrar su edema ni su sóleo de cara al 'Clásico'. No hubo banco de pruebas en el lateral izquierdo, donde jugó un Mendy que necesita pulirse mucho más y ser menos bisonte.
El Madrid, no es anécdota, sumó otro triunfo, otro partido sin perder. Aunque en el escaparate quedan el naufragio en París y el descalabro de Palma, es duro hueso, roca difícil de percutir. Y volverá a pasar lo de siempre en el bombo: nadie lo querrá, menos aún habiéndose clasificado como segundo.