El Ciudad de Manchester volvió a ver la versión Champions de su equipo. El City no es el rodillo imparable de la Premier, el yunque se quiebra y le atacan y le entran más. Tiene tarea por delante Pep Guardiola.
Aun así, logró el objetivo de la victoria frente a un Hoffenheim que no es que sea valiente, es que prácticamente es un equipo suicida. No es Nagelsmann un técnico amante de la defensa, parece.
De hecho se adelantó el equipo alemán y no pudo abrochar su renta. El City desparramó a sus pequeños talentos por el campo y el partido se convirtió en un tobogán, un correcalles divertido, especialmente para el espectador neutral.
Kramaric puso por delante al Hoffenheim desde el punto de penalti (cometido por Laporte), pero Sané, otra vez uno de los hombres de la temporada en Inglaterra, puso las cosas en su sitio. Cuando faltaban segundos para el descanso, Sané sacó del cofre su látigo de seda en una falta imparable.
Sané hizo el segundo tras una contra letal a pase de Sterling. El City pudo hacer más goles con otra contra que finalizó con tres jugadores delante de Baumann. Aún se preguntan cómo la echaron fuera.
El Hoffenheim empujó y sin demasiado brillo pero con insistencia no dejó de merodear la portería de Ederson. Al final, el marcador no se movió más y el Ciudad de Manchester celebró el triunfo.
El Manchester City acaba primero de grupo con 13 puntos y el Hoffenheim salda su participación europea en última posición tras sumar apenas tres puntos.