Colombia se deleita en el campo y se desgarra fuera de él

Se ha convertido ya en un tópico en el fútbol hablar del sabor amargo que produce una derrota. Ese bajón cuando pita el árbitro y, después de dejar todo en el campo, no se logra sacar nada, o casi nada, positivo. Solo unos pocos conocen el sentimiento del amargor de la victoria. También existe, solo en momentos puntuales. Colombia experimentó esa sensación un viernes, en Barranquilla y sin aficionados en sus gradas. Uno de los suyos sufrió un duro revés en su carrera.

En un partido que debía ser motivo de celebración por la vuelta al fútbol de las selecciones en Sudamérica, pronto llegó el mayor varapalo de la noche. Uno de esos momentos que ya no se olvidan y una de esas imágenes que dan la vuelta al mundo horas después.

A los diez minutos de comenzar el partido, en una acción habitual de cualquier partido, Santiago Arias tuvo la mala fortuna de sufrir una grave lesión. En un lance fortuito con Darwin Machís, el lateral pisó y, al arrastrar, se le quedó clavado el tobillo en el césped. La escena de la articulación casi desencajada del ex del Atlético quedó clavada en la memoria de todos los presentes. Algunos no quisieron ni mirar. Entre gritos y lamentos, el 'cafetero' se tuvo que retirar en camilla.

Como si se trata del mayor estímulo posible, Colombia despertó tras un inicio titubeante y comenzó a acechar una y otra vez sobre la portería de Walter Faríñez, que tuvo una noche más que complicada en Barranquilla. "Por Arias", rondaba en la mente de los futbolistas locales.

En esa ola emocional, Cuadrado protagonizó una cabalgada de película para lanzar un gran pase raso al corazón del área, donde apareció Duván Zapata para estrenar el casillero del conjunto de Carlos Queiroz, que celebró aliviado en la banda. Ya antes habían avisado James, Zapata y Muriel, un tridente que rindió de sobresaliente y que dará más alegrías en el futuro.

Diez minutos tardó Colombia en marcar el segundo. Mojica aprovechó la indecisión defensiva de Venezuela y puso un buen balón al segundo palo, donde Rosales perdió la marca y dejó solo a un Muriel que no perdonó a Faríñez. 2-0.

Zapata y Lerma ya tuvieron oportunidades antes para sentenciar, pero fue ya en el añadido de la primera mitad cuando el cuadro 'cafetero' convirtió el tercer tanto. Muriel aprovechó los metros a la espalda de la defensa de Venezuela y, con pierna zurda, fusiló a un Faríñez que pudo hacer más.

Tres azotes en la primera mitad que fueron suficiente castigo para Venezuela en la segunda. Colombia bajó el ritmo dos, tres o incluso cuatro marchas y se dejó llevar. Aguantó en campo propio los arrebatos de orgullo de la 'Vinotinto', con más corazón que ideas.

Solo Machís aportó algo de verticalidad a un equipo que necesita más para pelear este tipo de partidos. Todo lo contrario el equipo local, que dejó la sensación de una superioridad tremenda, tanto en juego como en control del partido.

Una noche casi perfecta para Colombia, que se olvidó por unos minutos del drama de uno de los suyos. La grave lesión de Arias fue el motivo de tristeza por parte 'cafetera'. En el campo, solo alegría y optimismo. Barranquilla espera una pronta recuperación de su guerrero.