Desde el primer minuto, se sabía que el centro del campo no iba a existir en Austria. Salzburgo y Bayern de Múnich prometían el partido idílico para el espectador neutral: llegadas, ocasiones, ataques, idas y vueltas y muchos goles. Al final, cumplieron casi todas sus promesas, menos la última. Eso sí, compensaron a los espectadores con lo que iba a ser una de las mayores sorpresas de las últimas ediciones de la Champions League y con un empate 'in extremis'.
Esa fue la nota que estropeó la pieza hasta entonces perfecta de los austriacos. En la ciudad de Mozart, el Bayern acabó en el 90' con la melodía soñada de un equipo que debutaba en unos octavos de final de la competición. La interpretación de las notas fue perfecta por los locales, que, con el 'allegretto' por bandera, hicieron que los alemanes desafinaran en el Red Bull Arena.
Se esperaba un intercambio de golpes, pero las tortas del Salzburgo dolían más que la del Bayern. En el inicio, los visitantes ya se empezaron a dar cuenta que les faltaba una chispa que le sobraba a su rival. Adeyemi corrió de un campo a otro como un niño por el pasillo de su casa. Süle le frenó en un buen puñado de ocasiones, pero la sensación de miedo y peligro fue conquistando a los bávaros.
Pero lo más raro fue lo de Lewandowski. El polaco no alzó la voz en todo el partido. No apareció ni en el área, su hogar, ni fuera de ella. Ni para rematar los centros despeserados de la segunda parte ni para finalizar las intentonas, algo tímidas, que se vieron por parte visitante en la primera parte.
Entrar y besar el santo
El partido empezó a torcerse para los de Nagelsmann en el minuto 21. Antes, el Salzburgo lamentó alguna llegada en tromba abortada por la defensa rival y, sobre todo, la lesión de Okafor. Junto a Adeyemi, el atacante es de lo más peligroso de los austriacos. Pero se lesionó y le dejó su lugar a Ademu, quien, por caprichos del destino, inauguraría el marcador poco después.
Habían avisado ambos equipos con dos llegadas mínimamente peligrosas por bando. Okafoor y Adeyemi mandaron sus respectivos remates contra la defensa, mientras que Gnabry se topó con el portero Kohn y Müller remató alto tras un córner.
Fue en el 21' cuando Adeyemi arrancó un contragolpe por la derecha, recortó a su par y cambió el juego para que la bola le llegase a Aaronson en la frontal del área. Este abrió casi sin querer a su izquierda de inmediato para encontrar a Ademu, quien, algo escorado al perfil izquierdo del área, remató al palo largo con la derecha y con 'efectito' para poner el 1-0. Inalcanzable para Ulreich.
Claro, a muchos le sonaría ya esta canción. "¿El Bayern, perdiendo 1-0? Se viene asedio". Pero no. Los alemanes, que sí que monopolizaron la posesión, se alejaron de su ADN. Pasaron muchos minutos sin saber qué hacer con ella y desconectados en campo contrario por un Salzburgo que no tiene entre sus virtudes las labores defensivas.
De hecho, pudo ampliar la ventaja Aaronson en el 24', pero Ulreich rechazó su disparo. Sí que avisó Sané camino de la media hora con un remate con la derecha que cruzó en exceso en el área. Hasta el descanso, solo logró una vez inquietar a los austriacos el cuadro germano. Fue en el 39', con una triple ocasión. Tras muchos minutos sin sangre, Gnabry, en un doble disparo taponado por la defensa, y Sané, que remató un centro de Müller a las manos del portero, coquetearon con el gol.
El Bayern afinó y logró salvar la pieza
Sí se vio algo dell Bayern esperado en la segunda parte, Entonces, sí respondió al guion. El Salzburgo no pudo contener los pasos adelante de un equipo que empezó a visitar continuamente el área de Kohn. Eso no quiere decir que no tuviera alguna buena ocasión a la contra el equipo de casa. De hecho, esta noche se acordarán, y mucho, de la que tuvieron Adeyemi y Adamu en el 80'. Ulreich le sacó el remate al primero y el rechace le cayó en el pie a un Adamu que no marcó porque Süle, bajo palos, mandó a córner.
Pero hasta entonces, los alemanes ya habían agobiado a una defensa que, sin embargo, se mantuvo en pie. Kohn respondió a las numerosas demandas, aunque sin alardes más allá de la doble parada que tuvo que hacer en el 74'. Sané remató de primeras y el portero se lució con una manopla que completó al levantarse como un gato y tapar también el rechace, el que empujó Gnabry como pudo desde el suelo.
Antes, evitó el gol de Coman con una buena respuesta en el primer palo, atrapó con seguridad un zurdazo algo envenenado de Sané y, sobre todo, vio cómo más de un remate, como una tijera de Gnabry, se topaban con sus defensas para causar una ristra de córneres que, por suerte para su equipo, no tuvieron consecuencias.
Se fue acostumbrando el Salzburgo a defender y mirar el reloj. Tampoco sufría en exceso. El Bayern iba recobrando su electricidad habitual alrededor del área, pero el voltaje era mucho menor, en gran parte, porque Lewandowski y Müller no hicieron apenas acto de presencia. Pero pese a todo esto, Coman estropeó la melodía perfecta en el 90'. El 11' llegó al segundo palo para mandar un centro al fondo de la portería con un remate pegado al poste que no pudo salvar Kohn.
El tanto evitó el Réquiem de un Bayern que, aunque hubiese caído en la ida, seguía siendo favorito para pasar. Pero ahora, el Salzburgo viajará a Alemania con la convicción de que su 'allegretto' y su idea de fútbol pueden obtener algo más allá que el premio de consolación y simpatía del Viejo Continente con el que ya contaban antes del partido.