Es un debate recurrente el de la carga salarial que debe afrontar el Barcelona si quiere renovar su plantilla, ya bien pagada de por sí. Más allá de los dineros en traspasos, las altas fichas son una tarea pendiente. A corto plazo, no van a aliviarse.
Ya en octubre del pasado 2018, desde el mismo Barcelona se alertó de la necesidad de reducir masa salarial. Se anunció entonces que la plantilla del primer obligaba a una inversión del 588 millones de euros (633 contando todas las secciones profesionales).
Si bien entonces esta partida de fichas de futbolistas bajó un 5% por la marcha de Neymar Jr., Andrés Iniesta y otros jugadores, el director ejecutivo del Barcelona Óscar Grau avisó de la "tendencia inflacionista que ha tenido el fútbol los últimos años". También reconoció que en ese concepto además de la amortización del jugador se recogía la comisión del representante.
La UEFA, por medio del 'Fiar Play Financiero', es inflexible: los clubes no pueden dedicar más del 70% del presupuesto a salarios. En el Barcelona, actualmente, el porcentaje rebasa el 60%. La alerta, pues, es de color naranja.
Teniendo en cuenta que Neymar cobra más de 35 millones limpios de polvo y paja y Griezmann pactó en su día percibir en el Barcelona 17 millones (menos de lo que recibe en el Atlético), amén de que el Barcelona quiere fichar a Matthijs de Ligt y este quiere cobrar más que Frenkie de Jong, los sueldos se disparan hasta cotas imposibles de mantener.
El Barcelona debe hacer cuentas, pues ya tiene en plantilla a Leo Messi, que supera los 40 millones netos, Luis Suárez, Jordi Alba, Gerard Piqué... Si afrontar traspasos es ya un 'problema', pagar a los jugadores empieza a ser un quebradero de cabezas.