Una de las moralejas que dejó el año anterior, y que ascendió a grado de obsesión para Valverde, eran las rotaciones. Llegó a la conclusión de que la falta de frescura fue el gran lastre de la frustrante eliminación ante la Roma en Champions.
Mucho ha trabajado sobre ello el 'Txingurri¡ este año, aunque la plaga de lesiones entre los centrales y las remontadas que hicieron falta ante Levante y Sevilla, así como jugar contra el Madrid en semifinales, en la Copa del Rey no le permitieron llevar a cabo el plan como quería.
Con todo, ha conseguido que dos pilares del centro del campo, por sus registros opuestos, lleguen enchufados al tramo decisivo.
En el caso de Arthur, porque una lesión muscular le obligó a parar tres semanas. Sin embargo, visto el tremendo nivel que exhibió en el último 'Clásico', todo hace pensar que llega preparado a los partidos donde ya no se puede fallar.
En cuanto a Arturo Vidal, se celebra su estabilidad anímica. Porque en la primera parte de la temporada digirió muy mal sus suplencias. Tras una etapa en la que lo estaba jugando todo, volvió varios encuentros seguidos al banquillo. Reapareció también ante el Madrid, y mostró un nivel de compromiso exquisito.
Los dos 'Arturos' constituyen un gran termómetro de las intenciones de Valverde según este uno u otro en el campo (rara vez suelen coexistir). Fútbol control e intensidad, dos maneras de jugar que el Barça necesitará para la final de Copa, las jornadas de Liga que le quedan para consolidar el título y las eliminatorias de Champions que hay por delante si quiere levantar la 'Orejona' en el Metropolitano.