Adriano tocó el cielo, pero descendió a los infiernos y tocó fondo como pocos. Su vida da para película, y el 'Emperador' ha revelado cómo vivió algunos de esos momentos, en una entrevista a 'The Players Tribune'.
Relató Adriano cómo fue su infancia en las favelas, como dio sus primeros pasos en el fútbol profesional en Flamengo y cómo dio el salto al Inter.
No fue el éxito lo que le hizo perder la cabeza. Fue la desgracia personal, ante la que no supo reaccionar. Fue tras proclamarse campeón de América en 2004. "Nueve días después regresé a Europa con el Inter. Recibí una llamada de casa. Me dijeron que mi padre había muerto. Infarto de miocardio", comentó.
"A él le encantaba el juego, así que a mi me encantó. Así de sencillo. Fue mi destino. Cuando jugaba al fútbol, jugaba para mi familia. Cuando marcaba, marcaba para mi familia. Entonces, cuando murió mi padre, el fútbol nunca volvió a ser el mismo", explicó también.
Aquello le dejó marcado. Adriano perdió la motivación, y cayó en una espiral de vicio que pronto le llevó a tocar fondo. "No todas las lesiones son físicas", sentenció.
Se tomó un tiempo, desapareció de los focos. "Tengo un agujero en el tobillo y otro en el alma que me ha dejado el fútbol", asegura Adriano. Y volvió. Pero ya no era el mismo.
Su vuelta al Inter, tras una cesión en Sao Paulo, coincidió con la llegada de José Mourinho. Nunca gustó al de Setúbal. "Todo con Mou era...¿me vas a jod*r, verdad?", dijo, al respecto de aquel año con él. Disputó 22 partidos, 17 como titular, y anotó siete goles.
Pero no era el mismo. Adriano volvió a Brasil, a Flamengo, e intentó por segunda vez ser el de antes, en la Roma. Craso error. Su carrera estaba herida de muerte. La alargó un tiempo más en Brasil, pero el fútbol ya no le importaba.
"Tras fallecer mi padre, mi amor por el fútbol no volvió a ser el mismo", insistió. Adriano colgó las botas y volvió a casa, donde encontró la paz que necesitaba para volver a ser él mismo, alejado de esa vida de perdición que le llevó al límite de la cordura.