La fe es un don que tiene el ser humano y que le ayuda a creer firmemente en una cosa que es casi imposible de conseguir. River, que lo tenía todo en contra ante Santa Fe, consiguió la proeza de ganar el partido y pasar a la historia de la Libertadores y del mundo del fútbol.
Cuando las cosas no salen como uno quiere es normal que se caiga en el pesimismo, en la negatividad... pero el corazón del 'Millonario' está hecho de otra pasta y toda la hinchada se unió para intentar arropar al equipo en un momento tan difícil.
El coronavirus, una enfermedad que ha afectado a millones de personas en todo el mundo, había hecho mella en la plantilla con 20 positivos y eso complicó a Gallardo porque no tenía margen de maniobra.
Ya hizo el milagro de competirle a Boca y forzar los penaltis (acabó perdiendo), pero lo que ha hecho en la Libertadores es historia. El equipo se presentó con once jugadores y con Enzo Pérez, que estaba lesionado, de portero.
El mediocentro se puso bajo palos por amor propio y no pudo hacerlo mejor. Estuvo acertado en todas sus acciones y el único pero es el gol que encajó sobre el 72', aunque no tiene ninguna culpa en el mismo. Los futbolistas de River dieron la talla en un compromiso de tal envergadura.
La fe mueve montañas
No hay más que ver los primeros seis minutos de partido. En ese intervalo, el 'Millonario' fue capaz de casi resolver el encuentro sin pestañear. El equipo salió como si estuviera enjaulado y en el 3' llegó el primero de la noche.
Fontana, que casi marcó nada más arrancar el choque, volvió a errar ante Castellanos y Angileri cazó un rebote para marcar a placer. Santa Fe había salido muy nervioso y eso no se puede permitir en esta competición.
En el 6', Martínez habilitó a Julián Álvarez y este se sacó una volea escandalosa que entró por toda la escuadra. Locura en el banquillo de River, con un Gallardo que no sabía donde meterse porque estaban haciendo algo muy grande.
El 'Cardenal', que no se estaba enterando de la película, intentó reaccionar tras el 2-0, pero ninguno estuvo afortunado en sus acciones. Los jugadores ni intentaron chutar a portería desde una posición franca para probar a un Enzo Pérez que intervino en ciertos momentos.
No tuvo ninguna acción peligrosa, solo varios despejes y un disparo lejano que mandó a saque de esquina. Mucha serenidad en el mediocentro, que hizo lo que pudo estando lesionado. Meritazo.
Tras el descanso, Harold Rivera hizo una serie de modificaciones con el fin de darle otra cara al equipo y lo acabó consiguiendo. A pesar de que sus hombres no estuvieron acertados en ataque, el control fue suyo porque su rival se encerró atrás.
Osorio, de lo mejorcito de los colombianos, lo intentó en varios momentos y al final recortó distancias en el 73'. La racha de Enzo Pérez duró ese tiempo y eso que fue más bien un fallo de su defensa, que no vio venir al futbolista desde atrás.
Ese 2-1 obligó a River a estar más serio atrás y todos cumplieron a rajatabla con el cometido de Gallardo. Todos tenían muy claro que el partido no se podía escapar porque hicieron lo más dificíl. Y dicho y hecho. Al final, tres puntos al bolsillo y casi con un pie en octavos de final.
El orgullo del 'Millonario' quedó reflejado en el terreno de juego y le enseñó a cualquier equipo que todo es posible y más en este deporte tan bonito como el fútbol. Ni el coronavirus puede con Gallardo y sus chicos. Otra página gloriosa. Está visto y comprobado que la fe mueve montañas.