Arrancaron los marroquíes con personalidad, queriendo imponer su intenso ritmo de juego para someter a los de Fernando Santos, que llegaban espoleados tras el 3-3 cosechado ante España en la primera jornada.
Sin embargo, apenas habían transcurrido cuatro minutos cuando Cristiano Ronaldo volvió a erigirse como baluarte ofensivo y líder espiritual luso, firmando su cuarto paso hacia el 'Pichichi' del Mundial.
En una jugada de estrategia en el saque de esquina, Portugal desajustó la defensa de Marruecos para que, libre de marca, el 'crack' del Real Madrid besará las mallas con un cabezazo implacable.
Lejos de hundirse, Marruecos mantuvo su hoja de ruta. A lomos de Ziyech y Amrabat, el combinado africano explotó las miserias defensivas de los carrileros portugueses, que no lograban contener la voracidad de sus rivales.
Con el lateral de Guerreiro convertido en autopista, los marroquíes fueron haciendo mella en la fortaleza construida por un Fernando Santos que apenas si lograba corregir sus problemas en la zaga.
Aunque no terminaban nunca de achicar agua, los portugueses enseñaban sus armas al contragolpe. Antes del descanso, Guedes exigió a Munir su mejor intervención para evitar el 2-0 tras una excelsa asistencia de Cristiano.
Espoleados tras el descanso
Portugal salió con otra actitud de los vestuarios, pero Marruecos meció sus intenciones hasta devolver el encuentro a la tónica de los primeros 45 minutos, intensificando el asedio merced a la ansiedad por el paso del tiempo.
Fruto de la desesperación, Benatia dio un paso adelante y se colocó como referente ofensivo. El central reconvertido en delantero gozó de las mejores ocasiones, pero ninguna encontró las redes de Rui Patrício.
La Selección Portuguesa salió airosa del asedio de Marruecos, primera eliminada del Mundial, calcando la hoja de ruta que les coronó en la Eurocopa de Francia en 2016: resistir hasta que Cristiano aparezca.