Arambarri hace más profunda la herida del Alavés

Luchar por un título es fácil. La adrenalina sube por el cuerpo a sabiendas de que hay algo bonito en juego, de que lo peor es quedarse sin levantar ese trofeo. Pero luchar por el descenso, por eludirlo, es lo que da emoción al fútbol, ese fútbol de barro, de poco juego, sin ritmo que favorece más a unos equipos que a otros. Y en eso, el Getafe es el rey.
Al conjunto de Bordalás le ha sentado de maravilla el 2025. Ha dejado atrás las penurias y ya saca 6 puntos a la zona de descenso, un botín demasiado preciado a estas alturas del campeonato. Y es que ha vuelto a encontrar el técnico oro en una plantilla limitada que ha reforzado en este mercado invernal.
El espectador neutral sabía que iba a ser un partido difícil de ver, poco vistoso. No en vano, son los dos clubes de entre las cinco grandes ligas que menos pases dan por encuentro. Y desde el primer momento se vio que ambos iban a priorizar la defensa por encima del ataque.
Como si fuesen dos espejos encontrados, con un 4-4-2 de igual a igual y con un Getafe que llegó a alinear hasta a 6 defensas -Djené de centrocampista y Bernat de interior-, el encuentro fue consumiendo sus minutos sin saber siquiera si los porteros estaban bajo el arco. De hecho, únicamente un disparo de Carlos Vicente a la madera y otro de Alderete casi a la escuadra protagonizaron la primera mitad... hasta el penalti.
Un penalti, del Alavés, que reclamó que no era Abqar mientras el propio Alderete, protagonista minutos antes, se dolía en el césped. Se llevó el paraguay un codazo sin querer del marroquí, pero ya saben los jugadores que cualquier movimiento de esa índole se penaliza, y si es en el área, el doble. Arambarri, con su sexto gol de la temporada, fusiló a un Sivera que no sabe dónde las tira siempre el uruguayo.
Intentó reaccionar el Alavés en la segunda mitad, pero el Getafe estaba en el escenario que más le gusta, el de estar por delante en el marcador con mucho tiempo por delante para no dejarlo correr. Se sucedieron una y otra vez las interrupciones, tantas como veces se fue al suelo Toni Martínez. El delantero se llevó unos pocos golpes, incluido uno en la recta final que el conjunto vasco reclamó como penalti pero que no lo vio así Díaz de Mera.
El colegiado acabó desquiciado ante tanta guerra de guerrillas. Y es que el encuentro se convirtió en un campo de batallas continuo en el que cada balón parecía quemar. Finalmente, el Getafe se hizo con tres puntos tan vitales como necesarios eran para un Alavés que seguirá una jornada más en puestos de descenso.