Cañonazos de realidad

Salió escaldado en dos 'Clásicos' ante el Barcelona. Fue superado por el Milan en el Bernabéu. No existió en Anfield ante el Liverpool. El Real Madrid había fallado prácticamente en cada partido de nivel esta temporada y este martes volvió a darse de bruces con la tozuda realidad. En el Emirates, un Arsenal con la enfermería llena de delanteros atropelló al vigente campeón y le endosó un 3-0 (que pudo ser peor de no ser por Courtois) que deja el futuro 'merengue' en la competición a expensas de un milagro.
No existió prácticamente el cuadro de Carlo Ancelotti sobre el césped. El planteamiento del italiano, saliendo con la premisa de evitar riesgos y esperar a la inspiración individual arriba en algún contragolpe, hizo aguas ante unos pupilos de Mikel Arteta que, salvo un par de acciones, cuajaron un encuentro inconmensurable, especialmente en una segunda parte que apunta a formar parte de la historia negra del Madrid en Europa.
Salió el Arsenal a mil por hora, queriendo ser protagonista y mordiendo en la presión a un Madrid que sufría por unas bandas ocupadas por el parche de Valverde y un David Alaba sin ritmo y al que un Saka recién salido de una lesión hizo sufrir como un auténtico condenado. Pese a ello, a los 'gunners' les faltaba algo de mordiente para poner a prueba a Courtois.
El Madrid, por su lado, no aparecía en ataque. Con los minutos, le puso algo de cloroformo al encuentro con posesiones largas y estériles. Sus estrellas no decían "`presente". Rodrygo solo apareció cuando su número salió en el cartelón al ser sustituido en el tramo final. Vinicius, el líder del equipo, a duras penas tuvo un par de acciones por banda en todo el partido y siguió su línea de un 2025 muy alejado de ese jugador que aspira a ser Balón de Oro.
Solo Mbappé y Bellingham pusieron algo de luz con dos chispazos individuales, uno por parte. El inglés actuó como asistente y el galo como ejecutor. En el primer tiempo, el ex del PSG se topó con Raya. En la segunda, con el lateral de la red.
Lo mejor al descanso fue el 0-0 que reflejaba el marcador del Emirates. Tras el paso por los vestuarios, los jugadores saltaron al campo mientras sonaba en la megafonía la mítica canción de entrada de Triple H en la WWE. "Time to play the game", algo que el Arsenal se tomó al pie de la letra.
Solo existió un equipo en la segunda mitad, sobre todo desde que Saka provocó un error de novato de Alaba, que cometió una falta tontísima impropia de su experiencia en la frontal del área. Una acción aislada que acabó por ser la primera palada de la tumba blanca.
Y es que Rice, con un lanzamiento de falta extraordinario y lleno de potencia y colocación, superó a un Courtois que ya había evitado el tanto del inglés en el tramo final del primer acto. El tanto del centrocampista 'gunner' (58') espoleó a un Arsenal que minutos más tarde, después de una acción con tres ocasiones clarísimas que Courtois y Alaba salvaron de milagro, llevó el delirio a las gradas del Emirates con Rice de nuevo como protagonista. El '41', como si no estuviera satisfecho con su primer tanto de falta, rizó el rizo con un libre directo transformado en un auténtico zambombazo a la mismísima escuadra (70').
Con 2-0 y un Madrid superado, Mikel Merino, ese '9' improvisado de un Mikel Arteta que se doctoró hoy en Europa, puso el 3-0 prácticamente en la siguiente llegada londinense con un remate de zurda de primeras más propio de 'killers' como Batistuta o Lewandowski que de un centrocampista reconvertido. Lejos de conformarse, el Arsenal olió sangre y busco un cuarto tanto que no llegó ante un Real Madrid que terminó con un hombre menos (Camavinga vio la roja por doble amarilla a segundos del final), hecho unos zorros y zarandeado. Queda el Bernabéu, pero visto lo visto, una remontada de este Madrid entra más en el plano de lo esotérico que en una realidad tangible.