La diosa inmortal

Llegaba a Bérgamo en situación crítica. Con Kylian Mbappé lesionado y el 1-1 al descanso, los temblores agitaron su cuerpo. Hasta que la fortuna iluminó a Vinicius Júnior y Jude Bellingham lanzó el mensaje celestial. La diosa inmortal llamada Real Madrid tumbó a la Atalanta por 2-3 en el sexto cartel de la fase de Liga de la Champions League. Con todo en contra, el conjunto de Carlo Ancelotti salió del paso gracias a las aportaciones de su tridente estelar. Ademola Lookman se empeñó en el milagro divino con el 3-3 sobre la bocina, pero Mateo Retegui falló lo imperdonable.
Los blancos abrazaron la tercera victoria en la presente edición continental para respirar y despejar los fantasmas de la eliminación. Esos espectros que observaron el penalti transformado por Charles De Ketelaere antes del intermedio y la revolución comandada por el '11' nigeriano. El que superó a Thibaut Courtois de tanto insistir, aunque el que lamentó la incomprensión del '32'. Porque la pesadilla del campeón pegó a la puerta en el minuto 94 con un centro tenso direccionado hacia 'Retegol'. Enganchó la volea con tanto entusiasmo que la condena a la máxima autoridad nunca llegó.
El partido no dio tregua en ningún momento. Para absolutamente nadie. Ni Kylian Mbappé tuvo 'chance' de saborear su cita con la historia en la Champions League. Porque Brahim Díaz le habilitó al espacio y el genio parisino hizo el resto. Como en los viejos tiempos. El fútbol evoluciona desde el control y el francés improvisó una maestría con su zurda para desprenderse de la marca de Marten De Roon. Levantó la mirada, sacó la diestra a pasear y superó a Marco Carnesecchi por bajo. 0-1, 50 goles en la pasarela de las estrellas y el orgullo de igualar el legado de un tal Thierry Henry.
Ya por delante en el marcador, el cuerpo del de Bondy notaba molestias musculares. Las que se confirmaron cuando se sentó en el terreno de juego y esperó a que saltaran los servicios médicos del Real Madrid. Felicidad amarga la que tuvo que sentir mientras caminaba en dirección al túnel de vestuarios con el cartel del '9' en rojo. Rodrygo Goes reapareció en su lugar y Antonio Rüdiger no estuvo fino para obrar el 0-2. Era el tanto de la jornada. Dani Ceballos centró hacia Jude Bellingham, quien se inventó una volea de primeras hacia la cabeza del alemán. El testarazo no vio portería.
Todo iba bien en la perspectiva visitante hasta que surgió el mazazo a la francesa. Aurélien Tchouaméni, correcto en líneas generales, derribó a Sead Kolasinac dentro del área y a Szymon Marciniak no le tembló el brazo para señalar el punto fatídico. La batalla de los 11 metros precedió al puñetazo psicológico al filo del descanso. Charles De Ketelaere no entendió de compasión y engañó a su compatriota Thibaut Courtois. La estirada del meta, a la izquierda bajo la visión lanzadora. El 1-1, a la derecha. Ese punto de inflexión revolucionó el asunto y dio paso a una contienda diferente.
Esa que quiso llevar la Atalanta a su terreno. Ademola Lookman avisó a las primeras de cambio -no sería la única- con un latigazo raso hacia el primer palo del '1' vestido de amarillo. Quien estuvo impecable a la hora de lateralizar el despeje y calmar el ambiente de sus compañeros. Porque los interrogantes saltaron a escena y, por momentos, Carlo Ancelotti se temió lo peor. El problema -o la bendición- es que el fútbol no entiende de destinos pactados. Lo que realmente encandila de este deporte es lo improvisado. Lo inesperado. Y la santa sentencia cayó del lado del campeón.
El equipo sentado en el trono del Viejo Continente pasó de los golpes al silencio. Por elección sagrada, un rechace que no se buscó en ningún momento acabó en la posición de Vinicius Júnior. En su regreso, cuando más lo necesitaba y para condimentar una actuación que no supo a nada. Eso sí, la velocidad es su virtud y tardó lo justo y necesario para rematar a Marco Carnesecchi. 3 minutos después, Jude Bellingham dejó en el olvido a Marten De Roon, se perfiló a su pierna 'menos buena' y batió al arquero anfitrión. Puñetazo sobre la mesa, "estoy aquí" y 1-3 para sorpresa general.
Pero claro. Quien avisa no es traidor. Ademola Lookman ya alertó de cómo iba a marcar el 2-3. En una acción calcada a la que detuvo Thibaut Courtois en los prolegómenos, el líder local recordó su empeño por el gol y venció al gigante de los guantes por su palo. Con la fuerza y dirección perfectas para hacer inútil cualquier intento de heroicidad. De camino al milagro, el revulsivo Lazar Samardzic se atrevió en varias ocasiones desde la lejanía y Matteo Ruggeri encajó un balón suelto en el área de tal manera que solo provocó el disgusto en el ambiente y el cabreo en su bando amigo.
La batalla de los cambios tuvo mucho que ver en los compases finales. Gian Piero Gasperini añadió pólvora con Davide Zappacosta, Nicolò Zaniolo y Mateo Retegui. Sin embargo, el tercero en discordia la tuvo mojada. En el enésimo baile sobre la banda izquierda, el hombre de las rastas y el descaro descontrolado pudo con la oposición de Lucas Vázquez y sacó el centro hacia el corazón del área pequeña. Donde las pulsaciones se detuvieron por un preciso instante. El que no supo aprovechar el '32' con una volea que se marchó por alto. Por encima de todo lo que su equipo construyó.
El Real Madrid se salvó por los pelos en la última acción. Lo que no quita que la diosa inmortal volvió a demostrar sus credenciales y aptitudes en la Champions League. El lujo europeo presenció el gol número 50 de Kylian Mbappé, pero su lesión abrió un contexto peligroso que prosigue en el tiempo. Las altas esferas de la clasificación siguen lejos de su alcance, aunque ya son 9 puntos de 18 posibles. La mitad de una senda que le obliga a acudir por la vía más larga, la de la ronda preliminar. Hasta nuevo aviso, esa será la elección que escogerá la reina de las reivindicaciones.