El aficionado del Sevilla lleva un tiempo acostumbrándose al estrépito para mal. Hace tan solo unos días, después de ganar al Real Valladolid, se producía el episodio de inestabilidad más reciente de Nervión. Javier García Pimienta, con contrato hasta 2026 en el banquillo, era renovado hasta el 30 de junio de 2027 ante la estupefacción de muchos porque el arranque no es especialmente brillante y una ampliación, a estas alturas, es notoria. Pero, en el desplazamiento al estadio del Athletic por la octava jornada, los líos le vinieron bien al cuadro andaluz.
San Mamés dio a luz a un 1-1 auspiciado por unos compases finales con mucho que contar. Los 'leones' ganaban por la mínima cuando uno de los revulsivos visitantes, Mateo Mejía, perseguía un balón en largo que se presentaba sencillo para Julen Agirrezabala. El joven guardameta, sustituto de Unai Simón mientras se restaña de su operación de muñeca, no se dio cuenta de que seguía dentro de sus dominios y, en lugar de coger la pelota, la hizo rebotar en su estómago.
Su rival, entonces, la echó a un lado para quedarse solo ante las redes, pero se chocó con el cancerbero, que cometió así falta en su frontal. El árbitro entendió que había privado a su par de una ocasión manifiesta de gol, conque le mostró la cartulina roja directa. Álex Padilla ingresó por un sacrificado Nico Williams y el encuentro se abrazó a unas postrimerías de arramble hispalense que se tradujeron en las tablas.
El artífice del empate fue Chidera Ejuke, que venía siendo el atacante con más filo del Sevilla. En una de sus muchas internadas desde la banda izquierda, se plantó a un lado de la meta y probó con un tiro tenso de baja altura que rebotó en Unai Núñez, en el larguero y en el dorso de la mano del portero, que, fortuitamente, se anotó en propia. Esto ocurrió en el tiempo de descuento y hubo incluso más opciones para que la remontada se completara.
Antes de semejante traca final, el Athletic se abocaba a una victoria que se presentaba como el triunfo del contexto. Lo que rodea a cada resultado es lo que viste a unos de celebraciones y a otros, de lamentaciones. Ernesto Valverde realizó rotaciones porque, hace unos días, se había desplazado a Roma por la Europa League, así que obtener los tres puntos era un premio jugoso. García Pimienta, por la polémica que suscitó su renovación, no iba a salir bien parado de la derrota ni aun produciéndose en uno de los campos más complicados del campeonato y con una imagen no brillante, pero tampoco negativa.
Los andaluces se habían centrado en una salida de balón más tranquila que la de sus contrincantes, aunque sin renunciar a los balones en largo. Valentín Barco y Ejuke fueron protagonistas del primer acto porque hicieron de la banda izquierda la principal pista de ataques por parte de su vestuario. El argentino, insistente y atinado arriba, dejó bastantes huecos atrás y se vio superado por Nico Williams constantemente.
Es por eso que su entrenador, al descanso, le retiró del campo para dar entrada a Juanlu, pero mantuvo a un Ejuke que acabaría siendo crucial para las tablas. El '26', a quien se le ha visto hasta como interior últimamente, garantizó continuar con las acometidas ofensivas con un poco más de cuidado atrás. Un inicio de segunda parte bastante superior dio la razón a la pizarra, aunque el ritmo fue decreciendo y, conforme más caía, más convenía a los anfitriones.
Es por eso que el estrépito de los compases finales le vino tan bien a un Sevilla que, por fin, se alegra de que suceda lo que nadie espera. Antes, eso sí, tocó sufrir por un gol de Mikel Jauregizar en el minuto 36. El origen residió en un autopase de Nico Williams sobre Valentín Barco y Nemanja Gudelj, un manotazo del lateral, su consiguiente falta y un centro que Unai Gómez, por un rebote previo, remachó hacia atrás en la asistencia perfecta para que su compañero batiera a Nyland con un chut ajustado a su palo izquierdo.
El Athletic tonteó con anotar de nuevo antes del descanso, lo que habría privado a García Pimienta de las alternativas estratégicas, desplazar el juego un poco más a la derecha, entre otras, que relanzaron las esperanzas de su equipo. Lukebakio avisó con un disparo al palo y, entre sustituciones en ambos bandos y oportunidades para los dos clubes, se generó el caldo de cultivo perfecto para que la roja a Agirrezabala y el gol de Padilla en propia meta causaran estrépito en Bilbao. Para mal en el elenco local y para bien en el visitante, claro.