El Atlético de Madrid ha vuelto a dejar claro que es un equipo que nunca se rinde. Ni cuando las cosas van mal, ni cuando la tormenta arrecia, los rojiblancos aprietan las uñas y los dientes y se lanzan a por el gol contra viento y marea. Este jueves, el Metropolitano y la afición 'colchonera' disfrutaron bajo la lluvia de un equipo que se sobrepuso a todas las adversidades y consiguió encontrar esa felicidad final con la victoria. O en otras palabras, aprendieron a bailar bajo la lluvia.
Y eso que las cosas comenzaron a torcerse demasiado pronto. Concretamente, en el minuto 4 del partido. Una pérdida en una jugada de ataque posibilitó el contragolpe de Sesko, que se apoyó en Nusa y este probó fortuna con el disparo. Oblak se hizo grande y sacó una mano celestial para evitar el tanto, aunque nada pudo hacer cuando el rechace le quedó franco a la cabeza de su compatriota esloveno, que cabeceó a gol y colocó el 0-1.
Fue un jarro de agua fría para los rojiblancos, que apenas había sacado su carta de presentación en el encuentro. Sin embargo, esto sirvió de aviso y los del Cholo comenzaron a proponer más y a buscar el empate cuanto antes. Pese a ello, una vez más, como en el pasado, se volvieron a ver grietas en defensa. El Leipzig llegaba con muy poco y la zaga estaba muy descoordinada.
Aun así, el Atleti aprendió de sus errores y se volcó sobre la portería de un hasta ahora inédito Gulácsi. Julián Álvarez tuvo la primera de tacón y, más tarde, se rozó la incredulidad. Balón filtrado de De Paul para Riquelme que, totalmente solo ante el meta, decidió dar el pase al segundo, flojo y mal, y llegó Lukeba. El rechace le quedó para Griezmann, que también estaba sin marca, pero su chut lo sacó bajo palos Orban.
El Atlético tenía una marcha más, pero no terminaba de concretar sus ocasiones. Además, la defensa alemana se mostró férrea y no dejó suelta ninguna pelota. No obstante, la voz cantante la llevaba el cuadro del Cholo, aunque sin éxito de cara a portería.
Al filo de la media hora, otra jugada donde los 'colchoneros' volvieron a maldecir su suerte. La puso muy cortita Riquelme al primer palo, donde remató Correa de primeras y la pelota golpeó en el palo y salió dirección al segundo, pero antes Guácsi consiguió evitar que el esférico se fuese al fondo de la red. No obstante, al Atleti se le debía una y esta llegó en la siguiente jugada.
En una nueva internada por la derecha, Marcos Llorente vio el desmarque de Griezmann y metió un centro a la altura del punto de penalti, donde el francés remató a botepronto y mandó el balón al fondo de la red para el 1-1.
Este tanto cortocircuitó todas las intenciones del Leipzig, que solo las vio venir. Por el contrario, los futbolistas rojiblancas corrieron, presionaron, lucharon y se dejaron la piel en aumentar su ventaja. Algo que no pasó en los primeros 45 minutos y no precisamente porque no se diesen ocasiones.
Los segundos 45 minutos comenzaron con un Atleti dominador, con ganas de marcar el segundo y más desahogado que en el comienzo del choque. Las ocasiones llegaron como la de Griezmann en el 53', que mandó a las nubes el esférico desde la frontal, aunque la realidad es que el ritmo bajó.
El Leipzig renunció a su tarea de atacar, a lo que a los rojiblancos se les fue notando la fatiga. Refrescó el Cholo al equipo con un triple cambio y la energía volvió a subir, aunque la falta de precisión siguió.
Poco a poco, el encuentro fue entrando en su recta final y pese a que el Atleti no dejó de creer, el Leipzig se soltó y tuvo ocasiones. ,Poulsen, en el 77 y de cabeza, metió el miedo en el cuerpo a los aficionados, aunque el esférico se acabó perdiendo por la izquierda de la portería defendida por Oblak.
Un último aliento y lágrimas de felicidad
El reloj corría y las ocasiones del Atlético se sucedían, aunque también la desesperación, al ver que llegaban y llegaban, pero la pelota no entraba. Se exprimieron los rojiblancos, con coraje y valentía y, en el minuto 90, el cielo se abrió y apareció Giménez.
Balón suelto en el área tras una serie de rechaces y despejes y la recogió Griezmann, que la templó de forma maravillosa al segundo para la entrada de Giménez al segundo palo, que con un cabezazo picado a la derecha de Gulácsi colocó el 2-1 en el marcador.
Se desató toda la rabia e ira contenida e incluso las propias lágrimas de un Giménez visiblemente emocionado con un gol buscado, merecido y conseguido. Así se llegó al final de los 90 minutos y el Atlético brindó a su afición la primera alegría en Europa. Victoria y buenas sensaciones para un equipo que, si nada se tuerce, está dispuesto a dar mucha guerra esta temporada. Hasta el último minuto.