Un resbalón que clava aún más la espina

Hay veces que la vida te da la espalda. Que sientes que no te pueden ir peor las cosas y que ves cómo no consigues avanzar o superar los obstáculos. De valientes y luchadores es levantarse una y otra vez y seguir hacia adelante sin mirar atrás. Pero hay heridas que nunca sanan. Hay espinas que nunca se sacan por completo.
El Atlético de Madrid sigue con la suya en la Champions League muy pero que muy adentro. Da igual lo mucho que luche, da igual todo lo de cara que se le ponga el partido. No puede. No lo consigue. El destino quiso que, en la primera eliminatoria que disputan los pupilos del Cholo en el torneo este curso, su rival fuese el Real Madrid. El eterno adversario y el culpable, en gran medida, de que esa espina siga aún clavada y la herida no cicatrice.
Ambos se citaron en un partido de vuelta apasionante, con los blancos con ventaja tras la victoria de la ida, pero con todo por decir en un Metropolitano vestido de gala para las grandes ocasiones. A reventar y con el espíritu de las remontadas entre ceja y ceja.
Y si a eso se le suma que el encuentro no pudo comenzar mejor, tienes el cóctel perfecto para una gran noche. Ni un minuto había pasado (concretamente, 27 segundos) cuando el Atleti dio el primer y gran paso en el partido. Asencio se resbaló y erró en su pase. La pelota la recuperó Griezmann, que jugó con De Paul en la derecha y este metió el centro tenso al área. Giuliano intentó darle de tacón, pero su toque no fue efectivo, aunque sí lo fue para Gallagher, que entró desde atrás y empujó la pelota al fondo de la red para colocar el 1-0.
Pero claro, enfrente estaba nada más y nada menos que el Real Madrid, que no se iba a dar por vencido y mucho menos a esas alturas de partido tan tempraneras. Los blancos se lanzaron arriba y se hicieron con la posesión de la pelota.
Tocaba y tocaba el cuadro de Ancelotti, pero no conseguía finalizar. Sus jugadas eran demasiado planas y apenas tenía profundidad por ambas bandas. Mucho desacierto 'merengue', falta de chispa o genio, pero también mucho buen hacer por parte de los 'colchoneros', que defendieron muy juntitos, en bloque bajo y con una presión asfixiante en cuanto su rival entraba en la zona de peligro.
Todo ello sin renunciar a la presión, pues el centro del campo rojiblanco mordía a su rival y Giuliano apretaba los dientes en la izquierda para crear problemas a un Mendy que volvió a hacer de las suyas esta noche. Quizás, por poner algún pero, a los de Simeone les faltó algo más de concreción y claridad en la zona de tres cuartos, donde llegaba, pero no terminaba de ser decisivo.
Todas las ocasiones peligrosas del Atlético llegaron en las botas de Julián Álvarez. Así lo demostró superado el ecuador de la primera mitad. Con su potente golpeo como seña de identidad, el argentino probó a Courtois en varias ocasiones, pero la más clara fue en el 26', dentro del área, y a bocajarro, pero el belga le negó el gol.
Dio un paso arriba el conjunto blanco y buscó seguir siendo el dominador. Sin embargo, la buena defensa del Atleti seguía haciendo estragos en el ataque blanco. Claro ejemplo de ello fueron Mbappé y Vinicius, desaparecidos en combate ante los buenos marcajes de los rojiblancos, siempre con doble marca para ambos. Sí dejó algún destello que otro Bellingham, de mostrando su pausa y toque y siendo el principal generador del juego 'merengue'.
Eso sí, la recta final fue para el Atlético, que apretó y buscó un segundo tanto que hubiese desnivelado la balanza a su favor. La volvió a tener Julián, otra vez dentro del área, que disparó cruzado y con potencia, pero Courtois volvió a negarle el gol.
La segunda mitad siguió el mismo esquema que en los primeros 45 minutos. Un Atlético de Madrid haciéndose fuerte en defensa y un Real Madrid con la pelota, lo que no es sinónimo de iniciativa o de ocasiones. De hecho, la primera cayó del lado de los rojiblancos, otra vez con Julián como protagonista. Soltó un latigazo desde la frontal, pero Oblak despejó a un lateral.
El cansancio comenzó a hacer mella, pues el esfuerzo por parte de los dos conjuntos estaba siendo titánico. Fue ese el punto en el que el Madrid encontró los espacios a la espalda de la zaga rojiblanca. Así, Rodrygo pudo hacer una de las pocas que tuvo en el partido, superando a Reinildo y consiguiendo meter el centro a la altura del punto de penalti. Sin embargo, Bellingham no la pudo alcanzar para rematar.
También tuvo espacios el Atleti al contragolpe, pero las piernas de los locales estaban más mermadas y el Madrid, además, se guardó el comodín de Asencio, descomunal una noche más en defensa y sacando todas las papeletas para ser llamado por Luis de la Fuente el próximo viernes.
El partido superó la hora de partido y así llegaron los mejores minutos del Madrid sobre el campo. Los de Ancelotti estaban comenzando a hacerle cosquillas al Atlético y, aunque las ocasiones no fueron precisas, el miedo en el cuerpo estaba ahí.
Fue entonces cuando, en una de las pocas que tuvo, Mbappé corrió al espacio, ganó a Giménez y se citó con Lenglet, que le derribó dentro del área y Marciniak decretó la pena máxima. Vinicius fue el encargado de lanzar y mandar a las nubes el chut desde los once metros para alegría del Metropolitano y desesperación de Ancelotti en la banda. Esta vez, se le escapó al Madrid.
La recta final del partido fue un correcalles. Los dos equipos fueron moviendo el banquillo y tuvieron que hacer frente a varios problemas físicos de sus jugadores. El encuentro estaba abierto y se pudo decantar para cualquier lado. Las ocasiones llegaron, pero el marcador no se movió. Habría 30 minutos más de fútbol en el Metropolitano.
La entrada de Brahim al campo le dio aire fresco al Madrid. El malagueño estuvo activo, generó y metió en apuros a la zaga del Atlético, que se tuvo que esforzar al máximo para detenerlo. En el otro lado, el Cholo metió a Sorloth y a Correa, que dieron piernas frescas al equipo e incluso ocasiones. Sin embargo, ninguna de ellas acabó con la pelota al fondo de la portería.
15 minutos para evitar los penaltis. 900 segundos para decidir al cuartofinalista, cuyo rival iba a ser el Arsenal. Todo o nada. Un tiempo que voló como si nada, con el Madrid apretando y el Atlético fundido. No dio más de sí.
Pese a ello, los rojiblancos consiguieron resistir. Porque resistir también es una forma de ganar y el Atleti ganó mucha vida ahí. Con tensión y rifirrafes constantes, el encuentro llegó a su fin. Los penaltis decidirían.
Los penaltis se lanzaron en la portería del Fondo Sur. Aliento extra para el Atlético. Comenzó tirando el Madrid, con un Mbappé que ajustó su chut a la izquierda y engañó a Oblak. Mismo lugar que eligió Sorloth para transformar el suyo. Tampoco lo hizo Bellingham, que repitió el sitio y sacó toda su ira en la celebración.
La madre de todos los líos vino en el siguiente. Julián Álvarez fue el encargado. La rompió arriba, el esférico rozó el larguero, pero la pelota acabó dentro. Y eso que se resbaló. Un resbalón que le acabó pasando factura, pues el VAR alertó a Marciniak de que el argentino, en su caída, había tocado dos veces la pelota. Algo que, según la norma, da el lanzamiento como malo.
Golpe a la moral 'colchonera', sobre todo, tras el tanto de Valverde, que no perdonó. Tampoco Correa, que también se resbaló, pero su balón entró limpio en la portería de Courtois. Pese a ello, Oblak dio algo de fe deteniendo el chut de Lucas Vázquez, que tiró a la izquierda, pero el esloveno se lo adivinó.
Pero si algo se ha aprendido el Atlético de Madrid es a no confiarse jamás. Y como si de una maldición inquebrantable se tratase, Marcos Llorente, que lanzó el cuarto de los rojiblancos, mandó la pelota al palo. Toda la responsabilidad estuvo en las botas de Rüdiger, que tiró de sangre fría para lanzar y transforma la pena máxima que le dio el pase a la siguiente ronda de la Champions League.
Una vez más, el Atlético de Madrid probó la cara más amarga de este deporte. Otra vez en Champions y otra vez ante el Real Madrid. Por su parte, el Real Madrid, que también hizo méritos para avanzar a los cuartos, se mantiene vivo en su competición fetiche y con la moral más reforzada que nunca para seguir superando rondas. A por el siguiente capítulo.