El Atlético de Madrid más sólido ha vuelto. Después de caer ante el Betis en uno de los peores partidos de la temporada, después de un partido de Copa del Rey sufrido. Mostró su versió más sólida, esa que le ha permitido vivir, quizás, el partido más tranquilo de toda la temporada.
Fue un día para celebrar, dentro de la terrible semana que pasa España. Se estrenó como goleador Giuliano Simeone, hijo de Diego Pablo Simeone. Y Sorloth se reencontró con el gol tras unos días de críticas por la falta de puntería. Incluso De Paul, pitado al entrar, se redimió con una gran asistencia.
Maniató perfectamente el Atlético a un equipo que llegaba con la moral alta, después de ganar los dos últimos encuentros y ver, con posibilidades altas, el abandonar la zona de descenso después de un inicio de temporada terrible en cuanto a resultados se refiere.
Todo a la derecha
El Atlético de Madrid optó por un doble lateral por la izquierda, con Javi Galán y Lino -es extremo pero Simeone lo pone de carrilero-, y dejó toda la banda derecha para Giuliano, con Nahuel Molina guardándole la espalda.
Llegó una y otra vez el extremo argentino hasta línea de fondo para buscar a los Griezmann, Julián Álvarez o Pablo Barrios. Pero fue él mismo, tras un buen pase de Nahuel Molina, el que acabó con un Cillessen que hasta entonces se había mostrado imparable. Un gol con el que estrenarse como goleador 'colchonero'.
Solo en una ocasión le pilló la espalda Las Palmas al Atlético. Solo en una ocasión tuvo que intervenir Oblak para salvar a su equipo. Lo suficiente para mantener el 1-0 ante Fábio Silva, más voluntarioso que acertado en el partido, y para mantener la tranquilidad en la grada.
La mala noticia para Las Palmas, más allá de la derrota, fue ver cómo Cillessen se tenía que marchar en camilla, con el cuello inmovilizado, después de sufrir una patada involuntaria de Nahuel Molina en la cabeza.
Simeone rotó ante la cantidad de partidos que tiene y ha tenido y metió al discutido Sorloth, que se reivindicó con un golazo, gracias al genial pase de Rodrigo de Paul, para poner el 2-0 y la sentencia de un partido que siempre tuvo color rojiblanco.