Con el pitido final de este Barcelona-Atlético de Madrid, quedaron en el aire dos sensaciones palpables por cualquier aficionado al fútbol. Una es que los azulgranas volvieron a ganar por 1-0, el décimo de esta Liga para ellos, al equipo que más ha llevado esa bandera (o al que más se la han enarbolado) del unocerismo. Y la segunda es que, quizás, los del Cholo Siemone merecieron algo más, posiblemente, como muchos de sus rivales en esos numerosos 1-0 en los que se adelantó y se acunó para saber resistir y esterilizar las acometidas del contrincante. Cría 'unoaceros' y, en este caso, te sacarán los puntos.
El guion previo al partido hacía esperar, en algún momento, un tostón. Un Barça más efectivo y práctico que nunca y un Atleti tanto como siempre. Pero en menos de un minuto se zarandearon los papeles con el tiro de Griezmann al larguero tras un error en la entrega de Busquets. Superó el francés a Ter Stegen, pero el palo le negó la gloria en su antigua casa.
Tras ese susto inicial para los presentes, el encuentro pareció reencontrarse con ese guion citado antes. Los primeros minutos fueron de mucho centrocampismo, de poco ritmo y de más control que riesgo. Sin embargo, cada vez que el pulso amenazaba con pararse, alguna ocasión aislada pero clara reanimaba al paciente.
En el 17', Lemar anduvo rapidísimo para evitar que Ferran Torres remachase a la altura del punto de penalti un balón rechazado tras un tiro de Lewandowski. Hagamos un alto en la crónica y hablemos, aunque sea de forma escueta, de los dos jugadores 'culés'. Ferran, defenestrado, acabó marcando el único gol del encuentro. Y el polaco, endiosado (y con razones sobradas) a su llegada y en sus primeros meses, falló una ocasión de esas de no creer. De liga random. De un partido de un hijo o hija al o a la que has tenido que ir a ver de resaca y al o a la que, después de fallar semejante ocasión, le compras un Aquarius e intentas que no salga el tema de camino a casa sacándole cualquier otra conversación.
Sigamos. Se fue animando el encuentro con más llegadas peligrosas. Correa probó suerte con tiro tímido, Oblak desvió con los dedos un centro de Ferran que se iba a convertir en un pase de la muerte y De Jong, desde el suelo, no sorprendió a Oblak con su disparo alto por muy poco. Pero no soplo hubo mala puntería. Ter Stegen se lució con una mano salvadora a tiro de Griezmann cuando ya se había rebasado la primera media hora de juego.
Aquí manda el gol
En el intercambio de golpes, el Atleti, seguramente, no merecía la derrota. Pero la teoría del 1-0 que tan bien le ha ido a los 'colchoneros' en muchas ocasiones deja claro que esto sigue yendo de goles. El llegar, el crear y el ¡uy! depende de meterla. Y es tan válido tener tres, meter una y cerrar tu portería como cualquier otra fórmula que, al final, te dé tres puntos más.
Ferran Torres, en el 45', se encargó de poner ese 1-0 en el marcador del Camp Nou.R aphinha encontró al '11' con un pase a la frontal del área y este, sobre la línea, definió con gran atino y con un remate raso y a la izquierda de Oblak que pasó entre las piernas de Giménez.
Así se fue el partido al descanso y, como en aquel túnel de 'Lluvia de Estrellas' que solo recordarán los no tan jóvenes, el encuentro entró en vestuarios de una forma y salió de otra. La segunda parte fue más que alegre, con alternativas, con idas y vueltas y con una ristra de ocasiones falladas que, en otras circunstancias, habrían sido incompatibles con un 1-0.
Así, en los primeros 50 minutos, Lewandowski se las ingenió para elevar un balón que remató con poca fuerza, Lemar disparó forzado para que rechazase Ter Stegen, Ferran chutó desde la frontal y encontró a Oblak y Carrasco se quedó muy cerca de encontrar una de las escuadras de Ter Stegen.
Sobre la hora de partido, Raphinha probó suerte con un tiro desviado y Gavi estuvo a punto de hacer el 2-0, pero su derechazo cruzado en el área se perdió casi lamiendo el palo izquierdo de la meta rojiblanca. Estos dos sustos hicieron reaccionar a un Atleti que adelantó líneas y permitió tanto la generación de muchas y peligrosas ocasiones como la oportunidad de que el Barça, a la contra, aprovechase los espacios y se uniera al ida y vuelta.
Con Morata ya en el campo y el regreso de Pedri en los locales, los rojiblancos ganaron presencia en el área. El '19' tiró en el 70' y se topó con el bloqueo de Araujo y, poco después, asistió a Griezmann para que, con un remate de espuela, se quedase a nada de marcar el gol de la jornada, pero Ter Stegen lo evitó. Pero si clara fue esa, más lo fue la de Raphinha un minuto antes. Savic había dejado solo a Gavi en el área, que no pudo rematar un balón que, unos segundos después, se convirtió en un pase de la muerte que el brasileño remató sin tener tiempo de querer y Oblak se encontró con la pelota sobre la línea.
Pero para clara, la de Lewandowski en el 76'. Recibió un pase desde su propio campo y se quedó completamente solo ante un Oblak que salió de su área. Raphinha estaba solo a su derecha, pero el polaco prefirió tirar. Y lo hizo fuera. Quizás la de Raphinha era más franca, pero su remate fue casi involuntario. Aquí, el polaco tuvo tiempo de pensar y de errar.
Los últimos minutos fueron un asedio del Atleti con balones al área y un par de remates de Carrasco y Morata de los que se libró por poco el Barcelona. Los del Cholo vieron cómo su medicina se les volvía en contra en un duelo que acabó con ese 1-0 que afianza aún más a los locales en la cima y que aleja al Atleti de la segunda plaza. Todo eso lo hace un 1-0. ¿Y no es tan válido como otro resultado cualquiera?