El fútbol, como la vida, es cuestión de dinámicas. El Barcelona llegaba en una regular, pero peor era la de un Betis que se lleva a Sevilla no solo el diluvio que cayó en el Camp Nou, sino un saco de goles.
Necesitaba el conjunto de Xavi una victoria contundente para alejar los fantasmas. Tiene la liga atada, pero caer a ocho puntos, tras el triunfo del Real Madrid, era algo que no se quería pensar en 'can Barça'.
Ya ganaba un Barcelona mucho más activo cuando se produjo la acción que marcaría el resto de partido, la expulsión de un Édgar que apenas estuvo unos minutos sobre el verde pese a salir suplente.
Lesión, cambio y expulsión
El partido comenzó a torcerse para el Betis cuando Luiz Felipe pidió el cambio. El central brasileño se marchó aquejado de la parte posterior del muslo izquierdo y dio entrada a un Édgar que sería protagonista.
El mazazo de la lesión lo aprovechó el Barcelona, que solo un par de minutos después, como si las marcas aún no estuviesen claras, vio cómo Andreas Christensen, en su vuelta a los terrenos de juego, marcaba de cabeza su primer tanto como azulgrana.
Noqueado el Betis, Édgar perdió un balón que le condenó a una amarilla tan clara para el árbitro como inexistente para el resto del mundo. El central verdiblanco derribó a Raphinha, pero le dio al balón previamente.
Con una amarilla, el zaguero del cuadro andaluz pisó sin querer, y en campo del Barcelona, a Pedri. Del Cerro Grande se lo tomó con calma y, tras las protestas, enseñó la segunda amarilla y el camino a vestuarios bajo el diluvio del Barcelona.
Ahí acabó el partido para un Betis que vio cómo el Barcelona no tenía piedad de un rival herido. Al descanso, Lewandowski primero y Raphinha después ya habían sentenciado un partido que a la postre sería histórico.
De Joaquín a Yamal
El Camp Nou ovacionó a Joaquín en una segunda parte con poca historia. En el que es, a priori, su último partido en el Camp Nou, el del Puerto de Santa María fue el tercero más ovacionado de la noche, tras el renacido Dembélé y el debutante Yamal.
La mala suerte se cebó con el Betis, que perdió precisamente a su capitán cuando no podía hacer más cambios. Y, por unos segundos, el jugador más veterano de la Liga no coincidió con el más joven.
Lamine Yamal se estrenó a lo grande, y a punto estuvo de coronar un día histórico. El desparpajo de un adolescente sin vergüenza, en el buen sentido de la palabra, a punto estuvo de hacerle firmar una noche más mágica de lo que fue.
Solo Rui Silva y Dembélé, el primero al sacarle su tiro y el segundo al desaprovechar una asistencia solo a la altura de los magos, impidieron que Yamal se marchase con, además de un debut histórico, un buen registro en su primer partido.