Lo del Bayer Leverkusen está tonteando con lo sobrenatural esta temporada. El equipo de Xabi Alonso no solo marcha impasible en la primera plaza de la Bundesliga, donde cada tropiezo supone notar la respiración del Bayern de Múnich cada vez más cerca, sino que ya está clasificado para las semifinales de la DFB Pokal, la Copa Alemana, tras una victoria épica ante el Stuttgart, que lo puso contra las cuerdas.
El entrenador español vio a los suyos empezar perdiendo pronto, a los 11 minutos, por un buen remate de cabeza de Waldemar Anton en un saque de esquina. El atacante se libró de su marca y amortiguó la pelota con la frente para que, bombeada, se alojara en el fondo de las mallas obligando al portero contrario, Matej Kovár, a lanzarse con todo a su zurda, si bien este esfuerzo no sirvió para nada.
El tempranero golpe sorprendió a la pizarra local, en la que había serigrafiado un plan bastante distinto al que tocó asumir. Esta campaña, el grupo está aplicando un concepto de arrastre y rotura que ya ha causado deleite en decenas de analistas. Algunos toques rápidos en campo propio sirven para que el esquema rival se arriesgue, avance varios metros y, entonces, tenga que girar el cuello bruscamente hacia atrás en búsqueda de un balón veloz a la espalda de su zaga.
Es de esta manera que el Bayer Leverkusen fue amartillando al Stuttgart desde el 0-1, aunque no resolvió nunca una imagen de contención lejana a la de jornadas anteriores. Los agujeros se sucedían en el sistema cimentado en Edmond Tapsoba, Jonathan Tah y Piero Hincapié y los de Sebastien Hoeness lo aprovechaban para, con bastante menos sudor, plantarse con peligro ante los palos anfitriones.
Tah acabaría facilitando el triunfo a los suyos con un remache de cabeza picado a un envío teledirigido de Florian Wirtz, lo que le lanza a la nómina de responsables de la alegría final a pesar de que, en un principio, había figurado en la de posibles culpables de que la defensa se viera rebasada en tantas ocasiones. Este tipo de reivindicaciones se han vuelto una costumbre en el equipo de Xabi Alonso esta temporada.
En todo caso, Robert Andrich se encargó de las tablas en el minuto 50, es decir, ya con más de media hora de intentonas en un extremo del campo y de amagos de 0-2 en el otro acumuladas en el reloj. El '8' recibió la pelota en la frontal procedente de un rechace y, más que golpearla, la acarició con una definición de derechas que la hizo sobrevolar la caja contraria hacia la escuadra de Alexander Nübel, a quien no se puede achacar nada.
Poco después, Chris Fuhrich reaccionó con una suerte de cucharita en las inmediaciones del punto de penalti el Bayer que fue la solución ideal para que el esférico se elevara e hiciera inútil cualquier intentona de Kovár de frustrar su disparo. El rápido intercambio facilitó unas postrimerías vertiginosas en los que la precisión de Wirtz como asistente marcó la diferencia. Impulsó el 2-2 y también el 3-2, el definitivo.
Para el primero, aplicó ese concepto referido párrafos atrás de arrastre y ruptura en fin de ubicar el esférico, raso y en profundidad, hacia el espacio que atacaba Amine Adli, que ganó en velocidad a su par y resolvió con potencia, sin dejar que el balón dejara de acariciar el césped. La coronación, en el 90', se produjo tras una descoordinada salida de los de Sebastien Hoeness al defender un córner. Se generó un hueco por detrás, Wirtz lo detectó, mandó allí el cuero y Tah hizo el resto picando con la frente. Remontada épica, nivel sobrenatural.