El Inter zarandea Múnich

Llevaba el Bayern de Múnich 23 partidos sin perder en casa en Champions League. Hasta que en la reedición de aquella final de 2010, su verdugo de entonces lo volvió a ser en una lindísima noche europea. Golpeó uno, remó el otro para reponerse y justo cuando se ponía en pie, el Inter de Milán reapareció con el revés para mandar al garete todo el pundonor y la épica del conjunto muniqués.
El segundo gol del Inter, obra de Frattesi, fue un golpetazo que zarandeó todo el Allianz Arena y dejó aturdido a un Bayern que se había desfondado para volver a estar en la pelea. Lo que los italianos no fallaron sí lo hizo el equipo de Vincent Kompany, que perdonó unas cuantas claras. Se lo pueden decir a Harry Kane, que se va a acordar de las que tuvo un tiempo. Mínimo, una semana. Lo que tarde en pedir la revancha en San Siro.
No es un Bayern temible, pero argumentos no le faltan y el Inter de Milán lo sufrió a ratos en sus propias carnes. Suerte tuvo de que todo quedó en un "uy" porque Sommer, que un día fue local por Múnich, estuvo inspirado y a Harry Kane se le helaron los huesos en la más clara de su equipo. El meta le sacó primero una a Guerreiro y después otra a Sané antes de que el inglés, habilitado por Michael Olise, se pasara ajustando al palo largo y literalmente lo estrellara ahí, en el palo largo.
Pero a fin de cuentas no, no es un Bayern temible. De hecho, más bien teme cuando genera y no ejecuta. Y el Inter sabe identificar el miedo con solo mirar a los ojos. Así, en un par de contraataques ya dejó claro que no necesitaba mucho para pisar área y tras un par de acercamientos sin acierto, llegó el primer gol de la eliminatoria. Lo tuvo que hacer, cómo no, Lautaro Martínez.
El 0-1 fue una obra de arte, qué les vamos a decir. Carlos Augusto puso un balón con la tensión justa para que a Marcus Thuram se le ocurriera cederlo con la espuela y no mandarlo a Londres, y este le llegó al 'Toro' en segunda línea para que definiera con el exterior, dibujando una curva sobre Kim Min-Jae y Jonas Urbig, que por mucho que se estirase no iba a llegar.
Vincent Kompany inculcó a los suyos al descanso que mantuvieran el rigor y que siguieran con calma. Y es verdad, esto es muy largo. Pero esta vez la posesión no llevó a las ocasiones y en cuanto el Inter se acomodó, salió otra vez de la cueva. Al contrario que en el primer tiempo, el primer arreón fue del conjunto 'nerazzurro', que obligó a Jonas Urbig a trabajar con un derechazo de Lautaro y pilló desprevenido al Bayern en un par de ocasiones a balón parado.
Asumiendo riesgos, el conjunto bávaro insistió en que su única vía de supervivencia era seguir con la posesión, cargando de hombres el área rival. Stanisic se sumaba para rematar alguna y Michael Olise se volvía a sumar al partido tras desaparecer después de una primera media hora fulgurante. Y le funcionó, porque logró encajonar al equipo italiano mientras Simone Inzaghi se desgañitaba en la banda. Si antes hacían transiciones mortales, ahora se daban un tiro en el pie cada vez que la perdían en cuestión de tres toques.
Metió refresco Kompany y mandó a Laimer a la izquierda, donde fue crucial. Ya en los últimos instantes, el carrilero recibió un centro algo pasado en la izquierda y se lo sirvió a Thomas Müller, el de siempre. El veteranísimo e inubicable futbolista alemán, unos cuantos días después que se anunciaba su despedida, ejecutaba su gol número 57 en la Liga de Campeones. Se vino arriba el Allianz Arena, con el Bayern totalmente lanzado a por el gol de la victoria. Y ahí estuvo su error, en olvidarse de con quién estaba jugando.
Justo a la siguiente, tras una falta mal colgada por Kimmich, Sommer sacó rápido y el conjunto 'nerazzurro' se plantó en cuestión de tres toques en el área rival. Barella la puso en profundidad, Carlos Augusto centró con potencia y Frattesi empujó como pudo el 1-2 que dejó muda a Múnich. Un golpetazo que sacudió toda la ciudad y que le da muchísimo aire al Inter para la vuelta. Eso sí, no cabe duda de que el Bayern matará en San Siro. Esta final en su mismísima casa no se le puede escapar.