"La historia de siempre" podría haber sido el título de esta novela. Porque (casi) siempre, el menos grande, cuando domina, acaba pagando si no sentencia. Si perdona tantísimo como perdonó hoy el Real Betis. Pero esta vez, no. No pasó. El amago de arreón del grande se quedó sin un premio que habría sido inmerecido a tenor de la voluntad, del juego, de la intensidad, de las ocasiones y de todo por lo que se paga una entrada para ver un partido de fútbol.
Tengan cuidado los aficionados del Atlético de Madrid si quieren tapar la actuación con los dos balones al palo de Ángel Correa en la recta final. Porque tienen que recordar que, sin ir más lejos, el rival estrelló los mismos balones en las maderas de la misma portería durante el asedio de ganas y fútbol que dio en los primeros 45 minutos. Si los partidos del Atleti solo duran 20 minutos, las opciones de éxito se reducen considerablemente. Una vez más, se vio. Y esta vez, pasó lo que tenía que pasar.
Una vez que pase la noche de euforia, el seguidor del Betis también tendría que preocuparse de la efectividad de los suyos. Vitor Roque remató más veces al aire que a la pelota, Abde parecía tener prohibido marcar, los balones del Chimy iban sobre raíles hasta las piernas de los rivales y Fornals tampoco encontró nunca la mejor ejecución. Lo que pudo y debió ser una goleada al descanso acabó en un sufrimiento al final innecesario pero satisfactorio hoy. Pero eso, hoy. Con una mejor definición, esta versión verdiblanca tiene mucho que decir esta temporada.
El baile fue absoluto. Ya casi extraña cuando el Atleti domina, sale a morder o, simplemente, compite fuera de casa. Griezmann y Julián Álvarez bien pudieron haber elegido otro plan vespertino de domingo más divertido que ser las puntas de lanza de un equipo que ni pinchaba ni cortaba sobre el Villamarín.
Solo Giménez supo marcar (donde no era)
A los 4 minutos, un centro de Abde acabó en el fondo de la portería del Atleti. Paradójico fue que la única vez que no querían marcar, el '10' y el Betis lo consiguieran. Se internó en el área por la izquierda ante De Paul y centró un balón que tocó ligeramente Witsel. La pelota iba en busca de un rematador, pero fue Giménez el que, en su intento de despeje, mandó la pelota al fondo de su propia portería.
Desde entonces, el Atlético se peleó con el fútbol y el Betis, con el gol. La de Abde en el 15', cuando ya había intentado otro disparo y Bartra había rematado alto, fue un claro ejemplo: con todo para marcar, mandó el mano a mano ante Oblak a la derecha de la portería. Fue el inicio de una maldición que llegó a desesperar a un Villamarín entregado y satisfecho, pero que no entendía qué clase de brujería estaba impidiendo que, por muy claras que fueran las ocasiones, las redes no se movieran.
Abde rozó el 2-0 en el 26' con un remate al larguero después de haber buscado la escuadra contraria solo unos minutos antes. Y uno después, Bartra soltó un latigazo desde la frontal que se fue alto. Si se extrañan por no encontrar al Atleti en estos relatos, no lo hagan: tampoco se encontraron los 'colchoneros' en el campo hasta la media hora.
29 minutos tardaron los visitantes en dar señales de vida. Un par de córneres seguidos terminaron con un cabezazo de Reinildo que se fue desviado. ¿El inicio de un cambio de dinámica? No: la excepción que confirma la regla. Apretó el Betis todavía más con llegadas de todos los colores: Oblak falló en un centro envenando y Vitor Roque falló en su remate, el Chimy sacó un disparo sin ángulo al lateral de la red, Vitor Roque cruzó en exceso un tiro con la derecha, Bartra remató con demasiada fuerza un córner, de nuevo Vitor Roque intentó remachar un balón suelto sin dirigirlo bien, volvió a intentarlo con un remate al aire en boca de gol... Y solo vamos por el minuto 40.
Los de Pellegrini parecieron haber perdido toda su energía después de tal despliegue ofensivo. Los 5 últimos minutos le sirvieron al Atleti para hacerse con algo de posesión y adelantar líneas, pero poca reacción más mostró hasta el descanso.
Todos esperaban ese segundo tiempo totalmente diferente que maquillase el horror del primero. Pero los madrileños no asediaron hasta el minuto 80. Antes, hubo cierto intercambio de golpes en el que el Betis siguió mereciendo algo más y el Atleti, algo. Sin más. Que ya era algo, valga la redundancia.
'Arreín', como mucho
Abde y Vitor Roque siguieron intercalando buenas llegadas con malas ejecuciones, mientras Sorloth, que entró en el descanso, y Julián empezaban a darle algo de intranquilidad a Rui Silva. Las fuerzas de los locales renqueaban con el paso de los minutos, pero los pupilos del 'Ingeniero' lograron retrasar ese arreón esperado hasta la recta final.
Fue entonces cuando Correa rozó eso que tantas veces consiguió en el pasado. Es uno de los mejores revulsivos, pero tampoco puede hacer milagros todos los días. Lo rozó en dos ocasiones. Primero, con un remate mordido que se fue al palo derecho de Rui Silva en el 80'. Y después, en el 84', con una peinada en el primer poste que se estrelló contra el segundo. Y fin. Fin al arreón (que fue 'arreín' como mucho), al asedio, al guion de siempre. En ese guion, siempre está escrito que el grande encuentre el gol, pero esta película fue diferente.
El Betis tuvo incluso un gol anulado en la única vez que Vitor Roque estuvo acertado, pero también estaba en fuera de juego. Fue lo último reseñable pese a los 7 minutos de añadido y los intentos, sin éxito, de agitación de Giuliano Simeone, que no pudo darle a su padre una recompensa que habría sido, posiblemente, algo injusta.