Dicen los expertos que marcar un gol antes del final de la primera parte vale doble. Uno al final decide totalmente el partido. Bien lo sabe este Betis, que de la mano de Isco se acercó a puestos europeos.
El Betis tiene magia. A falta de un Fekir aún lesionado, Isco apareció en el momento justo para, una vez más, decantar la balanza a favor de los verdiblancos en el tiempo añadido.
Se queda Osasuna con la miel en los labios. Cuando parecía que iba a rascar al menos un punto en un partido rácano en ataque, se encontró con el tanto del malagueño en uno de los peores córners sacados en el partido.
Muchos se arrepentirán por haber dejado pasar a un Isco que ha renacido en el Benito Villamarín. Poco queda de aquel jugador sin continuidad en el Madrid. Este se parece más al del Málaga, al de Pellegrini, al de su técnico.
Suyas fueron las acciones más destacadas de un partido en el que Bravo y Sergio Herrera tuvieron que intervenir poco. Y es que la falta de puntería lastró a los ataques de los 2 equipos.
Una aparición única pero decisiva
Willian José deambuló durante toda la primera mitad. Únicamente perdonó una ocasión clara antes de, en la última jugada antes de pasar por vestuarios, mandar el balón a la red tras un gran centro de Isco.
El gol del Betis azuzó a Arrasate, que tuvo que hacer cambios en el descanso. El técnico rojillo supo que sin atacar no era posible sacar algo positivo, y movió el árbol en busca de soluciones.
Se encontró con el premio, pese a la mejoría con respecto a la primera mitad, casi sin querer. Un gran balón en largo fue aprovechado por Rubén García, que con su pierna mala puso el 1-1 que hizo callar al Villamarín.
Todo ello, después de que Osasuna se salvase de un penalti en contra y una expulsión. Sánchez Martínez, que tuvo un muelle para las tarjetas en los últimos minutos, despitó una pena máxima de David García a Diao para mantener el 1-0.
Con el empate en el marcador, el Betis volvió a llevar el balón a su zona preferida, los 3 cuartos. Y, cuando todo parecía destinado al empate, cuando el Betis iba a rendirse, Isco se sacó una genialidad en un córner mal sacad por él mismo para hacer ver, una vez más, que aquellos que no confiaron en él se equivocaron, y mucho.