La Champions se tiñe de amarillo

Era una final por la Champions. La 5ª plaza, salvo debacle, otorgará un puesto en la próxima Liga de Campeones. Ocupaba la misma el Villarreal, con un partido menos, antes de medirse a un Betis que llegaba a la cita con los mismos puntos y en racha. El inicio no pudo ser mejor, con un tanto de Ruibal en la primera acción, pero el cuadro 'groguet' demostró ser un señor equipo y se hizo con una victoria que apunta a ser decisiva.
Necesitado del triunfo más que su rival por ese duelo pendiente de estos ante el Espanyol, el Betis salió con todo. Manuel Pellegrini quería desempatar en el Olimpo bético con Serra Ferrar. Ambos lucen en su historial 116 victorias en el club verdiblanco. Un empate que se mantendrá como mínimo unos días más, pues el chileno salió derrotado junto a sus pupilos.
Ruibal, como decíamos, abrió la lata en el primer acercamiento bético (3'). Conectó una volea imperial tras un despeje defectuoso para llevar el delirio a las gradas. El Villarreal fue presa por momentos del miedo escénico, pero el mismo desapareció de golpe y porrazo por cortesía de la terna formada por Parejo, Barry y Ayoze.
El canario, excelso en la conducción y a la hora de gestionar el frente de ataque castellonense, provocó dificultades en la zaga bética cada vez que recibía. Pese al mazazo inicial, el Villarreal fue creciendo y ganando yardas cual partido de la NFL. Encadenaron los chicos de Marcelino una buena retahíla de saques de esquina y en uno de los mismos, entre una maraña de piernas, apareció Barry para colocar el 1-1 (26').
El tanto rebajó los humos a un Betis que entró en el ritmo pausado del equipo de Marcelino, que se sentía ya dueño del partido cuando el choque se encaminaba al descanso. Se fue al mismo con una mala noticia para el Betis, pues Diego Llorente salió en camilla y entre lágrimas por un problema aparentemente muscular en el mejor de los casos.
El guion del duelo dio un vuelco tras el paso por los vestuarios, ya que fue el Villarreal el equipo que salió a mil por hora en la segunda mitad. Si el Betis acertó a la primera 45 minutos atrás, el Villarreal respondió con la misma moneda, con Ayoze pinchando con maestría un envío llovido del cielo de Parejo para, con un derechazo, poner el 1-2.
Quedó grogui un Betis que estuvo a un paso de tirar la toalla, pero el palo, en el papel de salvador, frustró un disparo de Dani Parejo y reactivó al cuadro verdiblanco. Como un calambrazo, la madera cambió el duelo. El Villarreal, que amenazaba con alguna contra, fue reculando y perdiendo los metros ganados ante el empuje de un Betis que alineó a Lo Celso e Isco en busca de magia.
El argentino, de espaldas en el área, provocó un penalti. O al menos eso parecía hasta que el VAR dio la razón a un Logan Costa que protestaba como loco la acción. De nuevo apareció el argentino con un pase fenomenal que dejó solo a Isco, pero el líder espiritual de este Betis, héroe otras veces, falló en el mano a mano en la que fue la mejor ocasión local para igualar.
Aguantó con todo el Villarreal, que terminó encerrado y defendiendo su renta. Un ejercicio de supervivencia que mereció la pena y le hace salir con 3 puntos de ventaja (que pueden ser 6) en una batalla por la Champions que comienza a teñirse de amarillo.