Hace tan solo tres días, el hastío invadía al Villarreal. Acababa de ser goleado por el Olympique de Marsella en la ida de los octavos de final de la Europa League y encaraba la vuelta a los quehaceres domésticos con el ceño fruncido. Tocaba visitar el Estadio Benito Villamarín en la jornada 28. Lo ideal, evidentemente, era una victoria para sanar las heridas continentales, pero el Real Betis no era precisamente el rival ideal para ello. Aun así, los 'groguets' se impusieron incluso remontando un 2-1 adverso y ganaron por 2-3.
El resultado supone el tercer triunfo seguido de los de Marcelino en el ámbito doméstico, que, al fin y al cabo, es en el que más se busca una reconstrucción de la buena imagen que los amarillos llevaban mostrando varias temporadas. Su clave estuvo en aprovechar bien una segunda mitad en la que el equipo de Manuel Pellegrini cometió un error grosero con Sokratis Papastathopoulos como autor y dejó escapar la oportunidad de enmendarlo más adelante.
Con ventaja mínima para los verdiblancos, que iban por delante con dos goles en su buchaca al arrancar el segundo acto, un centro de Gerard Moreno sobrevoló la posición de Guido Rodríguez en el área de Rui Silva. Como el '5' saltó un poco, pero no despejó, su compañero heleno se confundió y no vio cómo la pelota se le acercaba a toda velocidad pidiendo achique. Giró el cuello a su izquierda y, sin querer, hizo el remate perfecto para las tablas.
Un poco después, Alberto Moreno fue expulsado por protestar, primero, un empujón del Chimy Ávila, y después, por encararse con él hasta el punto de hacer impactar su frente con la de su rival. Este exageró la acción para que el juez le mandara a las duchas y lo logró. El 'groguet', en su camino al vestuario, tiró de la oreja al verdiblanco, que se levantó fuera de sí para pedirle al linier que avisara al colegiado principal de lo que acababa de ocurrir. Sus aspavientos le llevaron a seguir la misma ruta que el lateral.
De haber mantenido la calma el ex de Osasuna en este momento, el Betis habría tenido de cara reponerse tras el gol en propia meta para ir a por los tres puntos porque habría contado con un futbolista más en el campo. Así, aunque su empuje fuera ligeramente mayor en este periodo, el Villarreal contaba con fuerzas para responder y mantuvo el cara a cara hasta que una genialidad de Jörgensen decantó la balanza en su favor.
El portero, que ha sido criticado en varias fases de la temporada, vivió uno de esos días que puede cambiar el curso de un guardameta. Rechazó un tiro justamente del Chimy Ávila hacia su palo largo y, cuando, a bocajarro, Fekir trató de remendar la jugada, se revolvió desde el suelo para evitarlo. En la contra que nació de esta doble parada, Gerard Moreno condujo hacia la media luna contraria, se asoció a su izquierda y atestiguó a Sorloth sellar, con un zurdazo a madera cruzada, el definitivo 2-3.
En la media hora restante, los de Marcelino aguantaron bien surtidos por el clásico carrusel de cambios que se da a estas alturas de cualquier partido. En el subconsciente local, no paraba de pulular la idea de oportunidad perdida pensando en la tarjeta roja al Chimy o en que, cuando el encuentro se avecinaba al descanso, parecía haberse puesto de frente para sus intereses gracias a un golazo de Willian José.
El delantero, al borde de la pausa intermedia, recibió un centro de Pablo Fornals, que apuraba la línea de fondo, y lo remató de volea al fondo de las mallas de Jörgensen. La triangulación había nacido en un envío en largo de William Carvalho para el ex del West Ham United, que se erigió en uno de los mejores del equipo andaluz, un interruptor para hacer más fluidas y vertiginosas las posesiones de los suyos siempre que la pelota pasaba por sus botas. Ocurría algo similar con Gerard Moreno en el combinado amarillo.
Otro Moreno, Alberto, había sido de los más activos en el primer acto enviando balones desde su carril, el izquierdo, ayudado de otro actor destacable del día, Álex Baena. El '16' no solo se gustó con algunos pases rompelíneas como uno que le regaló a Gerard Moreno de un extremo al otro del área y que solventó Rui Silva dejándole sin espacios, pegado a su palo, sino que se encargó de empatar a los 10 minutos del gol que abrió la lata con la autoría de Guido.
La diana del argentino tuvo su génesis en uno de los insistentes eslálones del Chimy por la banda. En esta ocasión, Traoré le torpedeó al intentar evitar que colgara la pelota en la caja de Jörgensen y facilitó una falta fatal para los de La Cerámica. Gerard Moreno la despejó atrás en lugar de hacia fuera -no es un experto en estas labores-, facilitó que William Carvalho la recibiera y, con la frente, la depositó perfectamente para que su compañero voleara con más colocación que fuerza.
Baena contestó explotando un desorden defensivo del Betis que Gerard Moreno activó. El delantero controló la pelota de espaldas a la zaga, caracoleó y se dio la vuelta. Al levantar la cabeza, se dio cuenta de que la línea de atrás estaba demasiado adelante, así que jugó hacia el hueco de detrás con Sorloth, que, gracias a que Miranda estaba más atrasado, no se encontraba en fuera de juego. Solo ante Rui Silva, pasó a un lado, donde el '16' marcó a puerta vacía.
El cortocircuito en la formación en el primer gol del Villarreal, el nulo entendimiento entre Sokratis y Guido en el segundo y la falta de resolución ofensiva y repliegue ante una contra en el tercero hablaron mal del Betis, que se equivocó en los momentos que marcaron la diferencia y, a la postre, el resultado del partido. En el 2-3 definitivo, eso sí, sería injusto restar mérito a la genialidad de Jörgensen, al criterio de Gerard Moreno y a la resolución de Sorloth. El combinado de Pellegrini falló, pero no solo eso: el de Marcelino acertó.