El Atlético de Madrid quiso ganar menos, mucho menos, que el Brujas. Por lo menos, en hechos. Y por eso, entre otros motivos, perdió. No hay mucho más. La racanería de un Cholo que sigue empeñado en ganar por 0-0,5 sigue limitando a una plantilla con mucha más alegría de la que permite su entrenador.
Que no se confundan términos: el Atleti fue rácano porque no siempre quiso jugar. La prueba fue que, cuando ya le obligaba la situación, se volcó, llegó y tuvo alguna clara para meterse en el partido. Por eso mismo, la afición 'colchonera' suele acabar aún más enfadada que si el problema fuera que, simplemente, sus jugadores no dieran para más.
El Brujas demostró que la alegría, la ambición y el gusto por querer el balón, tratarlo bien y llevarlo arriba con asiduidad, sin ser sinónimo de éxito, es el mejor vehículo para, al menos, acercarse a él. Y los mejores conductores del mismo fueron Buchanan y un Ferran Jutglà que fue nombrado mejor jugador del partido por segunda jornada seguida en Champions.
Se limitó el Atlético a encerrarse para ver cómo su rival tocaba y tocaba en los primeros minutos. Cierto es que tardó en encontrar el camino para hacer daño a Oblak y sus cercanos, pero la posición pasiva que adaptó desde el inicio, y una vez más, el cuadro del Cholo allanó el sendero a los locales.
Buchanan, al que podríamos ver en Catar con Canadá, fue todo un dolor de cabeza para el Atlético. Fue un torbellino principalmente por la derecha, aunque estaba metido en todos los 'fregaos'. Tuvo gran parte de culpa de las numerosas intentonas de un Brujas que, sin embargo, casí salió perdiendo en lo que a ocasiones claras se refiere.
El Atleti obtuvo más frutos de las semillas que sembró, aunque no logró hincarle el diente a los mismos. Carrasco probó desde la frontal en un balón desviado por un defensa y Griezmann pudo marcar en un derechazo salvado por Mignolet antes de la gran ocasión del primer tiempo. Morata volvió a alimentar a los creadores de memes con un mano a mano que no supo definir ante el portero belga. Nahuel Molina, muy participativo en campo contrario, le regaló un balón al espacio que no pasó de un torpe y simplón remate que sacó con la pierna Mignolet.
Premio para la voluntad
Era curioso ver tanto premio con tan poca elaboración, pero, en el 36', al Brujas le empezó a dar igual. Y es que fue en ese momento cuando se adelantó en el marcador gracias a Jutglà, Sowah y una blanda defensa 'colchonera'. El ex del Barça se fue de Nahuel Molina tras una buena combinación en la frontal del área y su centro-chut se convirtió en un pase de la muerte perfecto para Sowah, que solo tuvo que empujarla con la zurda en el área chica.
Para entonces, el Cholo ya había tenido que quitar a Marcos Llorente, lesionado, al igual que tuvo que hacer al descanso con Giménez. Pero ni Correa ni Kondogbia, sus reemplazos, pudieron darle la vuelta a una tortilla que no hizo más que quemarse en la segunda mitad.
No hubo tiempo para ver si la imagen del Atleti cambiaría o no. Si alguno aún tenía fe en ver a un equipo grande, con autoexigencia a la altura y la obligación de ganar, se empezó a olvidar a los dos minutos. El 2-0 no llegó solamente porque Oblak sigue siendo Oblak a veces. El esloveno le sacó una mano salvadora a Jutglà, aunque no fue finalmente salvadora, sino retardante.
Sí que empezó a animarse más el equipo español con el paso de los minutos, pero la voluntad siempre se riñe con la obligación. Perdiendo ante el Brujas y quedando en la cola del grupo, no tiene demasiado mérito que se adelanten líneas ni se asome más al área rival. ¿Por qué tiene el Atlético de los Griezmann, Morata, Joao Félix, Carrasco y cía que buscar siempre el mínimo y solo reaccionar cuando es tarde? Buena pregunta.
Tarde, muy tarde
Griezmann probó a Mignolet con un derechazo en pleno apogeo rojiblanco, pero más que la recompensa, lo que llegó fue un nuevo castigo. Jutglà completó su partidazo con el 2-0 cuando pasaban dos minutos de la hora de juego. Se apoyó, tras una buena acción en la frontal, con Buchanan en el área. El canadiense quiso irse de su par de espaldas, pero el rechace le fue de vuelta a un Jutglà que batió a Oblak con un pase perfecto a la red con el efecto adecuado para evitar la estirada del portero.
La reacción había llegado tarde, y más tarde aún llegaría el arreón casi desesperado. Entró Cunha por Morata y revolucionó el partido, si bien todo su trabajo quedó en nada en la jugada del penalti fallado por Griezmann. Ahora ya vivía el Atleti en campo rival. Claro, ahora. Ahora tenía el monopolia del balón. Claro, ahora. Y fue así cuando se acercó a un gol que el larguero le negó a Griezmann.
Nielsen barrió por detrás a Cunha en el área en el 75', pero el lanzamiento del francés desde los once metros, potente de más, se estrelló en el larguero. Esa pena máxima sería el último tren para meterse en el partido. Ni el gol bien anulado al propio Griezmann dos minutos más tarde terminó de espolear a un equipo que solo le dio trabajo a Mignolet, y casi más para lucirse que para otra cosa, en la recta final. El portero belga voló para evitar un tanto de falta de Joao Félix y un centro-chut de Correa, que se convirtieron en las últimas balas de un inofensivo equipo que solo quiso pasárselo bien cuando las luces de la fiesta ya se estaban apagando.
El Atlético de Madrid se queda último con tres puntos, aunque la mejor noticia es que Oporto y Bayer Leverkusen tienen los mismos. Por su parte, el Brujas se sube en su escoba para un vuelo directo con un destino muy cercano a los octavos de final de la Champions con sus nueve puntos de nueve posibles.