El Cádiz quiere seguir siendo de Primera. El equipo y la ciudad se aunaron en un milagro de Carnaval tardío para sacar un empate y mantenerse con vida ante un Celta que se queda con la cara de tonto en los últimos segundos.
Machís ha pasado de ser villano a héroe en la Ciudad de Cádiz. El talentoso atacante, al que se le achacó falta de actitud en Pamplona, demostró que por su pierna se pagan millones cuando, en prácticamente la última acción del partido, se sacó un disparo directo a la escuadra que acabó con el cuento de la lechera del Celta.
Un inicio arrollador sin premio
El Cádiz sabía que estaba ante una de sus últimas oportunidades para reengancharse a la lucha por la salvación. El empate, a priori, no le servía y por ello fue con colmillo hacia la victoria. Los primeros minutos de dominio fueron celestes, pero no celestes del Celta sino del conjunto gaditano, con una equipación inusual para jugar en el Nuevo Mirandilla.
La presión y la conducción en campo ofensivo no tuvieron premio. Y es que es prácticamente imposible marcar si no eres capaz de tirar a puerta. Es el gran debe de este Cádiz que, pese a generar, no es capaz de culminar las acciones.
Crecido el cuadro andaluz, el Celta aprovechó la primera y prácticamente la única que tuvo en los primeros 45 minutos. Encontró un filón por la izquierda, precisamente la banda donde sufría en defensa. Larsen, ese delantero que hace más trabajo que números, dejó pasar el balón para que Aspas llegase a los 200 goles con la camiseta del cuadro gallego.
Aparecieron los nervios en la hinchada local. Los gritos de "Vizcaino dimisión" fueron unánimes en el Nuevo Mirandilla. La falta de juego, sin una consigna clara, y el resultado eran un caldo de cultivo para las críticas de una afición harta.
Ni siquiera el paso por los vestuarios cambió el ánimo del Cádiz. Parecía esperar resultados sin forzarlos y se encontró con el segundo gol de un Celta que sellaba media permanencia en la Tacita de Plata. Swedberg, que acababa de entrar, remachó un buen centro para provocar que la afición empezase a desfilar por la bocana de la grada.
Kouamé pone el alma, Juanmi el gol, Machís la fiesta
Tardó Pellegrino en hacer los cambios, pero todos ellos le surtieron efecto para el empate final. Kouamé dio garra, dio alma, dio fuerza en el centro del campo para echar a los jugadores hacia adelante. Chris Ramos puso el miedo en la defensa gallega y Guardiola, fuera de posición, era capaz de llevar los balones hacia el área.
Fue precisamente un centro del ex del Valladolid el que provocó el primero de los tantos celestes y la creencia de que al menos se podía sacar un empate. Juanmi, en el área chica, se convirtió en el jugador que brilló en el Betis para dar un rayo de esperanza al Cádiz.
El Celta se dedicó, desde entonces, a ese juego que afeó al Getafe meses atrás. Comenzó a perder tiempo en busca de los 3 puntos que le asegurasen la salvación y acabó por pagar su frustración al final del partido.
Pellegrino volvió a tardar para dar entrada al jugador con mayor calidad de la plantilla. Machís tiene un guante en su pierna tanto para centrar como para tirar. Y en la última acción del partido, se sacó uno de los golazos de la temporada para dar vida a un Cádiz renacido.