Mucho corazón para tan poca razón
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El aficionado cadista se mentalizaba en la previa de esta jornada con el habitual "no hay nada que perder" al ver ya difícil la salvación semanas atrás, pero lo cierto es que un descenso duele sin importar la forma ni la fecha. El cadismo creyó hasta el final pese a que el equipo ya daba síntomas desde hace tiempo de ir muy justito para sacar victorias. Precisamente eso fue lo que le condenó ante Las Palmas. Generó pocas ocasiones claras y, en las que tuvo, echó en falta una puntería que estan valiosa en Primera División. Para ser justos, tampoco la tuvo Las Palmas, que pudo ganar perfectamente el partido de haber tenido más finura entre sus futbolistas en los últimos instantes de encuentro.
El Nuevo Mirandilla se vio por un momento con opciones al ver que el Mallorca perdía contra el Almería y que un hipotético gol del Cádiz dejaba a los andaluces a un punto a falta de los tres últimos por disputar. Pero fue un espejismo. El conjunto de Pellegrino empezó bien el partido, con las ideas claras, pero con el paso de los minutos se fue apoderando de él esa ansiedad que es tan complicada de gestionar en estos escenarios.
En la primera parte, el Cádiz fue ese equipo incómodo y vertical, a veces demasiado, que no gusta a centrales rivales. Buscó, quizás en exceso, a un Chris Ramos que se buscó la vida batallando entre zagueros de Las Palmas. El equipo de García Pimienta tardó en entrar en calor y el cuadro local se aprovechó con una primera ocasión de Rubén Sobrino, al que le pudo la duda para realizar un buen disparo tras colarse en el interior del área. Más claro lo tuvo Escalante minutos después en un disparo desde la frontal que estuvo muy lejos de ir dirigido a portería. Entretanto, Las Palmas despertó y, con un chut de Loiodice, mandó el primer aviso a Ledesma, que respondió bien.
Se desató la euforia en el Nuevo Mirandilla con el casi gol de Javi Hernández. Zaldua puso un buen balón al interior del área, Chris Ramos remató y, en el rechace, apareció Javi Hernández para empujar el que pudo ser el gol que mantenía con vida al Cádiz. Sin embargo, el VAR avisó a Soto Grado de la posición antirreglamentaria del ex lateral de la Real y el tanto no subió al marcador. El primer gran mazazo de la tarde para la afición cadista.
Tras el descanso, lejos de ese paso adelante que se podía esperar del Cádiz al tener poco que perder, fue Las Palmas el que se adueñó del duelo. Apareció esa ansiedad en el cuadro andaluz y fue, casualmente, un gol del Almería, a muchos kilómetros, en Palma, el que reactivó al cuadro de Pellegrino. La grada se enteró de ese 1-2 momentáneo de los indálicos y avisó, con cánticos, a sus jugadores. Mientras Moleiro avisaba, los centros laterales de los locales eran de los pocos recursos que estos podían ofrecer. Faltaron fundamentos para incordiar, más allá de Chris Ramos, a una defensa bien plantada.
Un gran remate del ex del Lugo dejó otro gran "uy" en la grada, pero el Cádiz perdió todavía más opciones a falta de 15 minutos para el final con la expulsión, por roja directa, de Víctor Chust. Una entrada a destiempo y muy peligrosa a Marc Cardona que Soto Grado castigó al instante. La inferioridad numérica condicionó a los amarillos, que desde entonces se vio con menos opciones. Cambió los centros a Chris Ramos por las jugadas individuales de Ocampo, que entró en la segunda mitad. En una de esas, un remate rápido de Alcaraz obligó a Valles a tirar de reflejos para evitar el 1-0.
A partir de ahí, Las Palmas pudo marcar varios goles. Entre Kirian, Munir y Cardona dispusieron de ocasiones suficientes como para sentenciar el partido en el tiempo añadido, pero ni Cádiz ni Las Palmas tienen eso que es tan valioso en Primera División: gol. El problema es que, a estas alturas, los andaluces lo necesitaban para poder seguir soñando. Murió casi en la orilla el Cádiz, al que no se le puede reprochar la actitud. Le faltó fútbol y puntería. El cuadro de Gran Canaria, que sí mostró eso primero durante muchos tramos de la temporada, respira tranquilo y seguirá un año más en Primera División.