Como si estuviera escrito o predestinado. Todos los astros formaron una línea perfecta a favor del Barcelona. Salvado por el penalti. Por Robert Lewandowski. El delantero polaco anotó el doblete con el que rescató al cuadro de Xavi Hernández en su visita al Real Celta (1-2) con motivo de la 25ª jornada en Primera División. Iago Aspas cumplió su vieja tradición y amargó a los 'culés'... hasta que Fran Beltrán le soltó una patada a Lamine Yamal en su área con las castañas casi vendidas.
A Pulido Santana no le tembló el pulso. Ni su decisión. El contacto del '8' sobre el '27' fue clamoroso y el marcador pendió del hilo de los 11 metros. En 1ª instancia, Vicente Guaita acertó las intenciones del polaco. Aunque para la desgracia gallega, el '25' detuvo el lanzamiento por delante de la línea de gol. Es decir, había que repetirlo. Y el viejo pistolero te perdona 1. ¿2? Nunca. La historia quiso pegar un fusilazo de adrenalina en la moral azulgrana antes de medirse al Nápoles en la ida de los octavos de final de la Champions League.
Insuficiente
Los de la 'senyera' afianzaron el dominio de los compases desde el inicio. Eso sí, insuficiente de cara a puerta. No había síntomas palpables de peligro sobre la meta local. Lamine Yamal comenzó el recital que se esta transformando en inercia y probó fortuna con el interior de su zurda, pero encontró los guantes del cancerbero. Y Jorgen Strand Larsen respondió al contragolpe, aunque no creó peligro real sobre los intereses de Marc-André ter Stegen. Por momentos, encuentro descafeinado.
Eso sí, los visitantes se aclimataron a formar con 3 centrales en fase ofensiva, por lo que Joao Cancelo se vio beneficiado en el perfil izquierdo. Cuando arrancó la orquesta de envíos en largo y cambios de banda, sí que se apreció otro parecer. Más interesante para el devenir del marcador. Con un planteamiento anfitrión rendido a Iago Aspas y los contragolpes, la clave del encuentro llegó en la víspera del descanso. Lo que viene a ser la psicológica en toda regla.
Controlando la situación
Robert Lewandowski fabricó la diferencia como mejor sabe hacer. Controlando la situación. Lamine Yamal buscó la posición del '9', quien se deshizo de su par con un sencillo toque de diestra. El perfecto, idóneo y soñado para crearse ese espacio de tiro indefendible. Y con un sólido y certero derechazo besó el fondo de las mallas. A la jaula. Cuando más le necesitaban los suyos y menos lo esperaban en el Abanca Balaídos. Pero de esto se trata el fútbol: de sorprender.
Y tanto que lo hizo. Ronald Araujo se quedó en el vestuario en el día de su centenario en Primera División. Íñigo Martínez saltó en su lugar, Pulido Santana ordenó la reanudación y al Barcelona le miró un ciego. O le escuchó un sordo. Porque la caprichosa quiso meter al Real Celta en la ecuación por los puntos. La incógnita fue despejada por un infortunio que nació en el tacón de Óscar Mingueza. Ese central reconvertido a lateral que está mutando en extremo. El multiusos perfecto de Rafa Benítez.
La pesadilla de las bateas
El balón precipitó sobre el olfato goleador de Iago Aspas. El '10' armó la varita mágica y buscó portería. Pero lo que nadie esperó fue el toque de Jules Koundé. El que modificó la trayectoria y evolucionó en una comba mortal para Marc-André ter Stegen. 1-1, el capitán celeste demostrando fidelidad a las viejas tradiciones de ver portería en casa contra los de 'Can Barça'. Lo que en Vigo se resume en el príncipe y en la Ciudad Condal se tradujo en la pesadilla de las bateas. La de siempre.
A partir de aquí, Xavi Hernández se dejó de inventos y rotaciones. Ilkay Gündogan y Raphinha ocuparon las ubicaciones de Andreas Christensen -con tarjeta amarilla- y Vitor Roque -tras su 1ª titularidad-. Una dejada de Manu Sánchez -la solución a los problemas físicos de Mihailo Ristic- en el área rival pudo cambiar el devenir del electrónico, pero se quedó en el intento. Hasta que llegó el tiempo de añadido. La acción menos buscada. La infracción más clamorosa. Penalti sin espacio para las dudas.
Como en los buenos tiempos
Con el deseo de despejar el esférico, Fran Beltrán le pegó una patada a Lamine Yamal que significó la pena máxima para la felicidad de los huéspedes. Vicente Guaita se disfrazó de superhéroe hasta que se equivocó de capa. Acertó las intenciones de Robert Lewandowski... por delante de la línea de gol. Había que repetirlo. Y, como en los buenos tiempos, el polaco se transformó en el delantero que una vez pareció de otra dimensión. Lo recordó en el 0-1 con un control que escapa de la lógica y lo confirmó sin que le temblara el pulso con la presión en su espalda.
1-2. Salvado por el penalti. El Barcelona encara la ida de los octavos de final de la Champions League con el consuelo de que hizo su trabajo. Quedarse con 54 puntos. En la 3ª plaza y a 7 del Real Madrid. Eso sí: con 1 partido más. Solo le queda a Xavi Hernández rezar para que los 'merengues' perdonen en su visita al Rayo Vallecano. Porque el Nápoles está ahí. El flamante campeón de la Serie A que pasa por sus horas más bajas y sin dar la mitad del miedo de la temporada pasada. Ni por asomo.